Un rumor del este
Muchas veces no sabemos lo que deseamos, otras deseamos lo que no tenemos, y nunca falta la oportunidad en la que, una vez que obtuvimos aquello, nos damos cuenta que en realidad no lo queríamos. En algún momento la mayoría amamos y fuimos amados, dejamos y fuimos dejados, sufrimos y nos recuperamos. Con el tiempo nos olvidamos de algunas cosas y la rueda vuelve a comenzar, con distintos escenarios y actores, y también con el encanto particular del principio.
Iba sentado en el anteúltimo asiento
De la línea 42 camino al norte
La mirada apuntaba hacia abajo
El texto fluía como la lluvia que se avecinaba
Termina de leer cuando ya no había nadie
A su lado
Volviendo sobre la última oración
Como si se hubiera perdido de algo
La imagen de aquella chica
Da vueltas en su cabeza
Con el cabello rojizo
Con ese jean que le hace buen culo
No puede evitar el paralelismo
Ese de asociar cada hecho
Con algo que es propio
Al menos en el recuerdo
Lo obsesiona el amor
Aquel enfermizo
Lleno de pasión y de posibilidad de dolor
Aquel primero e inexperto
Con el encanto de la risa espontánea
De los primeros besos
De algún choque de dientes
El contacto de la piel suave
Por la ventana ve el reflejo
De aquellos ojos verdes
De la piel desteñida en invierno
De la trenza en el pelo para sobrellevar la humedad
Le parece escuchar a su oído
Aquella voz lastimada
Las palabras te quiero
La sensación de sus labios en la mejilla
Ve caer la rosa deshojada
Irse con el agua que corre
Mientras mira hacia el cielo
Mientras se le moja la cara
Le parece verla entrar
Algo a las corridas con la mochila
Sobre la cabeza
Perderse en el pasaje, detrás de la puerta.
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