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De la ciudad de Montevideo

12:22 a.m. Unknown 0 Comentarios Categoría :


El fin de semana pasado tuve la oportunidad de volver a visitar Montevideo. Como cada vez, la ciudad me pareció encantadora, con una calma atípica para lo que estamos acostumbrados de una capital. De cara a este post me dieron ganas de contar mi experiencia y ojalá logre motivarlos a que pasen unos días allá.

Como cada viaje, en un principio tenemos que decidir de qué manera vamos a llegar hasta el destino. En este punto quiero ser muy claro. Bajo ningún punto de vista, ni aunque les regalen el pasaje viajen por Colonia express. Es la segunda vez este año que uso su servicio y funciona pésimo. Me retrasaron el viaje tanto a la ida como a la vuelta, el barco tarda entre 2 y 2:30 hs en cruzar 60 km de río. Esto dio como resultado que un viaje que debería durar 3:30 hs haya durado alrededor de 6 hs. Es totalmente recomendable que inviertan un billete más y usen Buquebus o Seacat que funcionan mejor y hasta donde se respetan los horarios.

Llegamos a Montevideo a las 3 a.m. de la madrugada del sábado y, sabiendo que podía pasar esto, ya teníamos reservado el hospedaje. En esta oportunidad nos quedamos en el hostel Compay. La verdad está muy bueno, es una casona antigua con algunos retoques que le dan una onda particular. También vale destacar la buena onda de la gente que trabaja en el hostel, siempre bien predispuestos ante cualquier solicitud, ya sea de algún servicio, una consulta sobre qué visitar o cómo llegar a algún lugar. Un dato no menor es que la ubicación también es muy buena. Estás cerca de zonas donde hay varios bares/boliches, de la rambla, del parque Rodó, del estadio Centenario, de la ciudad vieja y de Tres cruces, la terminal de ómnibus.

Montevideo es una ciudad ideal para recorrer en bicicleta, por sus distancias y las hermosas vistas que regala del río. Otra opción interesante es caminarla, aunque al fin del día se termina cansado. También me gustaría aclarar que un fin de semana no alcanza para conocer todo lo que puede ofrecer, pero sí para hacernos una idea de si queremos volver por el resto o no.
El sábado, después de desayunar, preparamos el mate y salimos. No teníamos nada demasiado planeado, así que bajamos por Frugoni (la calle del hostel) hasta el río y agarramos la rambla para el lado del puerto. Son aproximadamente unos 3-4 kilómetros de caminata. Recomiendo averiguar bien el camino para no tener que dar la vuelta por el puerto en sí ya que no son las calles más lindas.
El mercado es bastante pintoresco, con algunos locales que venden artículos como bombillas, mates, entre otras cosas y una oferta gastronómica importante. Para darles una idea lo podría comparar con el mercado de San Telmo en cuanto a la estructura del lugar. Realmente vale la pena visitarlo, sacar algunas fotos, preguntar por cosas que después no vas a comprar porque son un poco caras y ese tipo de actividades.


En esta caminata se puede hacer un enganchado y recorrer la ciudad vieja, ya que saliendo del mercado por la calle Pérez Castellano se puede disfrutar de la fachada de lo que es el casco histórico de Montevideo. Son unas tres cuadras hasta Sarandí, calle principal de la ciudad vieja. Hay algunas calles que son peatonales y se ven negocios, artesanos vendiendo en la vereda. Sobre Sarandí es donde hay más movimiento y se puede encontrar la catedral de Montevideo, el cabildo, artistas tocando música, alguna que otra plaza muy bonita donde vale la pena sentarse un rato y tomarse unos mates. Siguiendo por Sarandí, se alcanza la puerta de la ciudadela que desemboca en la plaza Independencia.

Puerta de la ciudad vieja
En el centro de la plaza de puede observar el monumento a Artigas y por el costado se puede ingresar al mausoleo. Es una escultura realmente imponente por su tamaño. Desde la plaza es inevitable que llame nuestra atención el palacio Salvo, emparentado arquitectónicamente con el palacio Barolo de Buenos Aires, ambos construidos por Mario Palanti, un arquitecto italiano. Hay visitas guiadas al edificio que supo ser durante muchos años uno de los más alto de Sudamérica.
Siguiendo con edificios que pueden ser visitados, está el teatro Solís, donde por la módica suma de 20 pesos uruguayos (algo así como 10pe nuestros), se accede a un recorrido guiado en el cual nos cuentan la historia del teatro y se puede ingresar a la sala que debo decir es muy bonita. Además el teatro cuenta con una sala oscura, donde el escenario se encuentra en el centro para algunos espectáculos menos clásicos. Hace ya unos cuantos años se le hizo una remodelación y se incorporó un cerramiento de las escaleras laterales, donde actualmente hay una foto galería que también se puede visitar.

Palacio Salvo
Después de hacer todo esto nos había empezado a picar el hambre y comimos en una cadena que se llama “La Pasiva”. Me pedí unas húngaras, que son salchicha parrillera, en pan y arriba se le puede poner muzzarella, jamón o panceta y la verdad que es una fiesta. Después del almorzar volvimos a bajar hasta el río y fuimos por la rambla hacia el lado de Parque Rodó (dirección opuesta al mercado del puerto). El clima soleado y cálido hacía que haya montones de personas caminando, con sus mates, en bici. Casi llegando a la altura del parque, se puede ver el edificio sede del Parlasur. También en esta parte hay frente a la playa un pequeño parque de diversiones, con un barco pirata, un samba, autitos chocadores, pista de carreras, una vuelta al mundo, que le da una onda especial, sobre todo de noche con las luces encendidas.
El parque en sí es muy lindo. Tiene mucho verde, árboles altos, una fuente que no estaba en funcionamiento (desconozco si era temporal) y un lago, donde se pueden alquilar barquitos para pasear. Hay un castillo frente al lago donde funciona una biblioteca infantil.

Parque Rodó
Me doy cuenta que acabo de escribir mucho y sólo conté un día, así que lo voy a dejar acá y la próxima sigo con el recorrido por esta ciudad que tanto me gusta. ¡Nos estamos leyendo!

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