Tercera vuelta por el fin del mundo
Nos encontramos, una vez más, para terminar un recorrido que empezamos hace algunos posteos. En esta oportunidad, ponemos el punto final a estos fantásticos tres días conociendo un poco de todo lo que tiene para ofrecer Argentina. Vamos por la tercera vuelta por el Fin del Mundo, nuestro último día en Ushuaia.
Por si alguien se perdió lo que estuvimos haciendo los primeros días de viaje, les dejó links a ambos post.
Para darle un cierre apropiado a un muy lindo fin de semana, nos alejamos algunos kilómetros de la ciudad más austral del mundo. Por la mañana, a las 9, nos pasó a buscar César, quien sería nuestro guía durante el paseo. Como la vida tiene sus vueltas locas, resultó que César había nacido en Floresta y por diversas cosas que le fueron pasando, terminó viviendo en Ushuaia. Una vez que todos los pasajeros estaban a bordo, nos dirigimos hacia la salida de la ciudad por tierra, tomando la ruta 3. Las camionetas que se usan durante la excursión son unas Land Cruiser Prado, de Toyota que además de estar buenísimas son muy apropiadas durante los distintos trayectos del camino.
A medida que avanzamos por la ruta, nos detuvimos en un mirador desde el que se podía apreciar un turbal de gran extensión. Continuando el camino nos empezamos a encontrar con varios criaderos de perros Husky siberiano. Si bien estos animales son hermosos, en el criadero que visitamos nosotros como parte de la excursión, no los tenían en las mejores condiciones. La verdad es que, si deciden tener a cargo animales, estaría bueno que se ocupen un poco mejor.
Continuamos el camino hasta alcanzar el Paso Garibaldi. Es el único paso que cruza los Andes fueguinos, el final de la cordillera, que en esta zona recorre el continente de oeste a este. Se encuentra elevado algo más de 400 metros sobre el nivel del mar. Ahí encontramos el mirador del Lago Escondido. De forma circular y, dependiendo el momento del día, con más o menos cantidad de gente. El mirador nos permite disfrutar de una vista increíble, siempre y cuando el día no este nublado. Justamente de ahí el nombre del lago. Los días nublados puede que esa belleza natural no se deje ver. Siguiendo cuesta abajo, llegamos al primer punto donde los vehículos en los que viajamos demostraron por qué formaban parte de la excursión. Nos adentramos por un camino en la ladera de la montaña, donde el suelo se volvió muy irregular y el viaje se puso divertido. Los guías que la tienen mega clara hacen algunas cosas locas con la camioneta, que por un momento pensás: “uy acá nos hacemos mierda”. Pero, acá estoy, escribiendo el post. Se alcanza una playa de piedras a orillas del Escondido donde hicimos una recarga de pilas con facturas que habían llevado los guías. A pocos metros está la hostería Petrel, que en la actualidad es un edificio abandonado. Fue una inversión inmobiliaria de hace muchos años que, según algunas fuentes de la interné, fue mal administrada por gobernaciones fueguinas y quedó así. También, en el lugar, se encuentran unas cabañas sobre la orilla del lago que algunas personas usan como refugio gratuito. Estar a orillas de los lagos del sur siempre es encantador, nos cargan de energía y nos regalan imágenes que te pueden salvar la vida cuando de golpe es enero y estás en Buenos Aires, viajando en un colectivo sin aire acondicionado.
Ya con el mediodía tocando la puerta continuamos lo que restaba del camino. Nuestra siguiente parada sería el Lago Fagnano, ubicado a unos 100 kilómetros por la Ruta Nacional Nº3, de la ciudad de Ushuaia. Nos adentramos en caminos de tierra, rodeados por vegetación y después de un rato cruzamos una tranquera. Las camionetas continuaron por el bosque y ya se empezaba a ver el lago. Entre los árboles nos encontramos con tres cabañas de madera, muy bonitas, que sirven de refugio y donde se serviría el almuerzo. El lugar es de una belleza natural impactante, lo que hizo que me chocara bastante que alguien fuera dueño de estas cabañas. O sea, hay alguien que construyó en el lugar y es dueño de ese pedazo de bosque, con bajada al lago, vista de la cadena montañosa nevada. No sé, me generó una sensación rara.
Mientras los guías preparaban lo que sería un riquísimo asado para el almuerzo, tuvimos alrededor de una hora libre. Si bien el viento soplaba y acrecentaba aún más el frío, sólo el paisaje y ese muelle apareciendo entre los árboles hacían que valga la pena estar afuera. Sentarse un rato a respirar en el muelle, disfrutar del frío, porque sí, también se puede disfrutar. El sonido del agua y la montaña en la otra costa del lago. Hacia uno de los lados se acaba el bosque y sólo hay una extensión de llanura verde. Siguiendo por un brazo de tierra se llega a estar muy cerca del agua y en la costa de enfrente se encuentra uno de los primeros clubes de pesca de Ushuaia.
Después de haber compartido el almuerzo, una charla entre todos los pasajeros de la excursión y un café, nos dispusimos a emprender la vuelta. Pasamos a buscar las valijas por el hotel y nos fuimos para el aeropuerto. Un dato, si les gusta el whisky, es que los precios en el freeshop son realmente muy buenos.
Así se termina este recorrido por la ciudad de Ushuaia, la más austral del mundo, y un lugar increíble para visitar en Argentina. Espero que hayan disfrutado el paseo tanto como yo y, si no la conocen, vayan pronto. Nos estaremos viendo la próxima vuelta en Expreso a Neptuno.
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