Tipos que merecen ser leyenda Vol. 4: Eduardo Mateo, el genio limosnero
Una noche en Montevideo,
Eduardo Mateo sube a tocar frente a un teatro lleno. Después de tocar algunas
canciones anuncia que se viene un solo de guitarra. Entonces se para, deja la
guitarra en la silla y abandona el escenario. La primera reacción del público
es una risa generalizada frente al “chiste”, pero a medida que pasan los
minutos la risa va dando lugar a la incomodidad. Finalmente, indignados al
darse cuenta de que Mateo no piensa volver, los asistentes se van del
teatro de a poco. Algunos aseguran que al irse pudieron ver a Mateo en un bar
de la esquina, que un poco borracho los saludaba con la mano.
Para muchos esta es la anécdota que mejor resumen al artista uruguayo,
una mezcla de genio divagante, loco y pordiosero que supo ser uno de los músico más influyentes del Río de la Plata.
EL NIÑO BUENO
La vida
de Mateo estuvo atravesada por la música. Desde chico integró numerosas murgas,
cantando y tocando el redoblante. A los 18 años ya había formado su primera
agrupación O Banda de Orfeo, en la
que tocaba el cavaquinho –un instrumento similar al ukelele- y arreglaba las
voces. La banda era bastante popular y solía tocar constantemente en fiestas y
bares.
Yo cada vez que escucho Bossa Nova |
Entre
fintes de los 50s y comienzos de los 60s en Uruguay desembarcó con todo la
Bossa Nova. Mateo se fanatizó con este tipo de música y comenzó a estudiarla en
la guitarra, instrumento que cada vez agarraba más, ya que el cavaquinho
comenzaba a pasar de moda. Su pasión por la bossa culminó con un viaje
a Brasil en 1964, dónde fue guitarrista de acompañamiento en un show bailable
que se realizaba en Curitiba.
Al volver
a Uruguay, y con O Banda de Orfeo ya
disuelta, fue reclutado por su amigo Miguel Mattos para ser parte de Los Malditos, una de las tantas bandas
que pretendía imitar a The Beatles,
moda que en Uruguay tendría en Los
Shakers a una de sus máximas expresiones. La banda, tras pasar por
Argentina y frustrar su oportunidad de grabar un disco, cambiaría su nombre a The Knights y después de varios cambios
de integrantes más, se volverían El Kinto.
El conjunto, con Mateo y Rubén Rada como dupla compositiva, sería la primer
banda en mezclar el rock anglosajón con los ritmos latinoamericanos – ganandole por un año y monedas a Santana- y también una de las primeras en querer cantar
en castellano.
El Kinto fue bastante popular, aunque nunca fue un
fenómeno de masas y por eso no llegaron a dejar ningún registro en estudio. En
1968 se separaron y casi automáticamente adquirieron para muchos el status de
mito.
EL GENIO DIVAGANTE
Para
fines de la década del 60 Eduardo Mateo empezó a cambiar. Hasta ese momento
había sido un joven prolijo, amable y muy profesional a la hora de tocar, pero
en esa época comenzó a mostarse más ido, irritable y malhumorado. La razón era
probablemente su adicción galopante a las drogas. Para resumirlo en pocas
palabras, Mateo se daba con todo lo que tenía a mano, desde pastillas para
adelgazar hasta hachís. Consumía drogas sin asco y prácticamente todos los días, lo que
lo volvió incoherente y paranoico (llegó a decir que escuchaba voces).
En 1970,
por temas de drogas e infidelidades, se separó de su esposa. Ella se fue a New
York y él se vino a Buenos Aires, donde a fuerza de tocar se comenzó a hacer
conocido en el ambiente porteño. Gracias a ese reconocimiento surgió la
oportunidad de grabar su primer disco solista con el sello “De La Plata”. Antes de eso, Mateo había recibido varias ofertas de grabación, pero se había
vuelto intransigente con su música: ponía su libertad artística por encima de
todo, si iba a tocar o grabar se hacían las cosas como él quería o no se
hacían. Del sello argentino aceptaron esto y acordaron un tiempo de grabación de
una semana para hacer el disco.
La
grabación de Mateo Solo Bien Se Lame
fue caótica. Mateo iba al estudio, improvisaba durante horas sin tocar nada
concreto, muchas veces grababa canciones para después pedir que las borrasen,
porque para él no servían e incluso había días que llegaba al estudio, avisaba que no
estaba inspirado y que volvería a grabar al día siguiente. Esos, aunque cueste creerlo, era en los
días buenos, los días que iba al estudio. El resto de las veces directamente no
aparecía y los miembros de la discográfica tenían que rastrearlo o montar guardia en
el hotel para asegurarse de que no saliera disparado para cualquier lado. Esto
siguió durante un par de meses, hasta que un día Mateo tiró la
gran “voy a comprar cigarrillos y vuelvo” y se fue de nuevo a Uruguay, dejando a la discográfica plantada.
Afortunadamente
Carlos Piriz, el productor del disco, le había dejado de hacer caso a Mateo la
segunda vez que le dijo “Esto no sirve, borralo”. Con el material registrado
comenzaron a ensamblar el disco, reuniendo partes, cortando y pegando pedazos,
eligiendo que material servía y que material no. Armó la lista de canciones e
incluso eligió el título del disco. Una vez que estuvo listo para salir se lo
mostraron al artista para que les diera su visto bueno y en 1972 vio la luz Mateo Solo Bien Se Lame. Para muchos el
disco fue una especie de borrador, un boceto de lo que podría haber sido. Para
otros representa la actitud anti-establishment de Mateo, que sacaba un disco
acústico en pleno auge de las bandas eléctricas en todo el mundo. Hoy, viéndole
retroactivamente, es imposible no sentir que el disco fue algo que adelantó
mucho a su época. Basta escuchar los primeros 10 segundos de Yulele – tema que
abre el disco- para darse cuenta que artistas folk actuales como José Gonzalez o Devendra Banhart tienen tanta influencia de Mateo como de Nick Drake o Tim
Buckley.
José Gonzalez, alías el artista sueco que grabó medio disco con canciones que tenían la misma base que "Yulele" |
El disco
tuvo bastante éxito tanto en Uruguay como en Argentina y ayudó a instalar más
la idea del Mateo como un genio divagante. Sin embargo su popularidad se vería
mermada por una decisión particular. En 1973 Uruguay sufrió un golpe militar y
Mateo – siempre a contramano- decidió mantenerse al margen, tomando una actitud
apolítica a pesar de ser víctima de varios hostigamientos por parte de la
dictadura. Así, mientras otros artistas se volvían populares a nivel nacional
por ser contestatarios y enfrentar al gobierno de facto, Mateo fue desplazado
del lugar central, muchas veces siendo excluido deliberadamente por su no
compromiso político.
Parte de
esta mentalidad venía por haber descubierto las ideas del Guru Maharaji y la filosofía hinduistas. Esto lo llevó a la meditación y a dejar las drogas y el
alcohol por un tiempo, lo que probablemente le brindó más años de vida de lo
que uno habría esperado por cómo había sido su vida hasta ese momento. Además
logró cierta estabilidad en su siempre precaria economía, gracias a que comenzó
a tocar profesionalmente todas las noches en un restaurante.
Por esa
época había comenzado también una serie de ensayos con el percusionista Jorge
Trasante. Esta sociedad culminaría con el disco Mateo y Trasante, públicado en
1976. A diferencia de su primer disco, este fue grabado de forma prolija,
ordenada y profesional, aunque también se dio un poco de espacio a la
experimentación. Pero a diferencia de su antecesor la repercusión no fue buena,
especialmente en ambiente musical uruguayo, donde muchos señalaron que el disco
era de un nivel bajísimo.
Al año
siguiente Mateo se peleó con el dueño del restaurante que lo empleaba porque
éste no dejó ingresar a sus amigos para que lo viesen tocar. Como resultado de
eso fue despedido y su precaria situación económica colapso.
EL PORDIOSERO
Para
fines de los 70s Mateo se había vuelto un pordiosero. Para poder mantenerse
había vendido casi todas sus cosas. Vagaba
de pensión en pensión y solía aparecer en las casas de sus amigos a la
madrugada, buscando algo que comer y un lugar donde dormir. Después de vender
sus guitarras tuvo que pedir que le prestasen alguna para poder tocar, esas
guitarras también las terminó vendiendo a pesar de que no fuesen suyas.
Pero aún con todo ésto encima Mateo seguía siendo un músico deslumbrante. Por eso en 1981 el sello
Sondor le propuso grabar un nuevo disco. Las sesiones comenzaron ese mismo año y encontraron a un Mateo irritable y tenso, que se
peleaba constantemente con el resto de los músicos. Al poco tiempo las sesiones
fueron suspendidas y Mateo fue ingresado en un hospital psiquiátrico. Aunque
estuvo internado poco tiempo, la internación fue como tocar fondo y el músico
pasaría casi un año recluido en la chacra de un amigo, lejos del mundo de la
música.
Mateo andaba en pijama por Montevideo, mucho
antes que los caretas de Bersuit.
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En 1982,
otra vez en números rojos después de gastar el dinero que había cobrado por
derechos de autor, realizó un ciclo de recitales en el Teatro de la Candela,
más en busca de ingresos que otra cosa. De allí pasó directamente a pedir
limosna. Cuentan que era común verlo vagar por las calles de Montevideo pijama,
parando a la gente que parecía reconocerlo para pedirle que le paguen los
derechos de autor por sus canciones que habían escuchado alguna vez o para
venderles entradas para futuros recitales que nunca realizaría. En esa época
también conoció a León Gieco, que había grabado su canción Principe Azul en De Ushuaia a
la Quiaca. Después de saludarlo le pidió dos entradas para su concierto y
León se las consiguió. Esa noche Mateo fue a la puerta del teatro, vendió las
entradas a mitad de precio y uso el dinero para comprarse una comida caliente
en un bar cercano.
Una vez
más, algo lo salvó de una muerte que habría podido ser mucho más prematura. En
esta ocasión fue su segunda esposa Renée Mieres. Con ella el músico recupero
cierta estabilidad mental y financiera. En 1983 logró retomar la grabación de
su segundo disco y en 1984 vio la luz Cuerpo
y Alma, con excelente repercusión en el ambiente musical, aunque con un
bajo nivel de ventas. El disco había sido compuesto cuando Mateo estaba inmerso
en las ideas hinduistas, por eso canciones como Cuerpo y Alma o El Son Oro
Scope suenan casi como mantras, en las que Mateo encadena palabras de
sonoridad similar, cantadas de forma abierta y casi incomprensible, pero con un efecto hipnótico y relajante. Curiosamente,
para la fecha en la que salió el disco el músico ya había abandonado casi del
todo el interés en esa filosofía.
EL ALQUIMISTA
Para
mediados de los 80s su mentalidad cambió. Empezó a creer en La ley de Atracción
y desarrolló un profundo miedo a la muerte. Esto lo llevó a sacar esa palabra
de varias de sus canciones y a dejar de lado temas como la soledad o la
tristeza a la hora de escribir canciones.
También
se empezó a interesar por la química: fabricaba perfumes y hablaba mucho de un
plan para extraer mercurio del aire y volverse rico vendiendo termómetros. Sus amigos decían que parecía una especie de alquimista loco.
Con esas
ideas en la cabeza comenzó a trabajar en lo que sería el último proyecto de su vida: La Máquina del Tiempo. La primera vez
apareció como un ciclo de conciertos que inicio en 1984 y se extendió durante
el año siguiente. El espectáculo mutaba constantemente y tuvo versiones con
banda y con Mateo tocando solo, siempre canciones nuevas que conformarían un futuro
disco. Muchos de estos shows tuvieron que suspenderse debido a la mala relación
que Mateo, malhumorado y peleador, tenía con los músicos. Para muchos fue una época
similar a la Say No More que tuvo
Charly durante fines de los 90s y principios del 2000.
La Máquina del Tiempo fue registrada en estudio en el año 1987, ya
que durante el 86 estuvo ocupado grabando colaboraciones con otros grandes
artistas uruguayos como Fernando Cabrera y Rubén Rada. El disco, que llevó el
título completo de La Máquina del Tiempo
presenta a: Mateo/Mal tiempo sobre Alchemia (1er viaje), salio en diciembre
de 1987. Fue el álbum de menor repercusión que tuvo el músico y al momento de
su muerte llevaba vendidas menos de 200 unidades.
En 1989,
siempre hasta el cuello con las finanzas, se puso a grabar el segundo disco del
proyecto, titulado La Máquina del Tiempo/La
Mosca. En 1990 el disco salió a mercado y tuvo mejor repercusión que su
antecesor, aunque la realidad es que no le fue mucho mejor. Mateo, por su lado, se mostró muy contento
con el resultado final, cosa que no pasaba muy a menudo. Ese sería el último
disco que grabaría.
LA LEYENDA
A comienzos
de 1990 Mateo fue internado víctima de un cáncer abdominal terminal. Él sabía
desde hacía tiempo de su enfermedad, pero lo había mantenido en secreto. Los
que lo fueron a visitar en sus días comentaba que sobrellevó la situación con humor -del más negro que hay- haciendo cosas como mostrarle su estómago hinchado por el
cáncer a las visitas y diciéndoles “mirá, soy víctima de la inflación”.
Mateo en sus últimos años, un loco lindo. En esta fecha se cumplen 25 años de su muerte. |
El 16 de
Mayo de 1990, hace 25 años, Eduardo Mateo moría internado en Montevideo. Es
común que después de su muerte muchos artistas tengan un reconocimiento
retroactivo. Lo curioso fue que en el caso de Mateo se dio de forma
instantánea: su muerte fue un fenómeno nacional similar a lo que había sido la
muerte de Alfredo Zitarrosa – probablemente el músico más importante de la
historia de Uruguay – un año antes.
Para el
resto de mundo Mateo sigue siendo hasta hoy uno de los secretos de la música
oriental, un eterno referente para los grandes músicos de esas tierras, como Jaime Ross y Jorge Drexler. Una de esas leyendas que se cuentan de boca en boca y que todos
queremos creer.
FIRMA: Alcalde Goldie Wilson
(voy a limpiar esta ciudad!)
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