Un (lejano) amor de verano
Las relaciones a distancia son siempre complicadas, no importa lo que puedan decir los demás. Cuestan muchísimo de sostener, a no ser que estén tocados por esa varita mágica del amor. A mí no me tocó ninguna varita sino que me pegaron un tiro en cada rodilla, por decirlo de alguna manera.
Yo soy una persona enamoradiza. Soy de esos que si una chica random le sonríe por que le cedió el asiento en el colectivo, ya se imagina toda una vida juntos llena de felicidad. Dirán que más que enamoradizo soy un pelotudo, pero ¿qué mejor persona que una que piensa algo así de inocente para usar junto a la tan famosa frase "mamá, papá, les presento a mi novio"? Y siendo tan fácil de sentimientos, obviamente fui víctima de un amor lejano.
A pesar de que sostengo que es muy difícil mantener una relación así, hay que reconocer que actualmente todo está muchísimo más simplificado, gracias a sitios como Facebook uno puede estar en contacto permanente. O incluso te conectás al Skype, prendés la camarita y podés ver a la otra persona, no importa donde esté. Pero sin embargo el principal problema siempre fue y será la ausencia física. No solo en el sentido de "no la pongo durante meses" sino en el sentido de la ausencia de una persona con la que uno se siente bien. Esa sensación que no está. Porque podés charlar lo que quieras por internet, pero obviamente no es lo mismo que hacerlo en persona, por más de que sean las mismas boludeces. Por eso lo importante es poder, dentro de lo posible, verse lo más seguido que se pueda, pero tiene que haber la misma voluntad de las dos partes, ¿no?
Bueno, todo comenzó en Diciembre de 2009. La conocí en el cumpleaños de un amigo de la facultad, apodado El Lagarto. Recuerdo que fue a amor primera vista, de mi parte. Ella fue la que llegó última y de hecho era la desconocida entre todos, ya que era conocida directa de El Lagarto. Al ser un cagón total, la saludé de manera tonta e incómoda (¿viste esas cosas que al día de hoy si las recordás te siguen dando vergüenza?) y no crucé ninguna palabra con ella. Mientras las chicas se aburrían observando como el resto de los hombres debatían fervorosamente sobre el partido Barcelona - Estudiantes de horas antes, nuestro anfitrión fue a la cocina a buscar más Coca para el Fernet, ubicado bastante lejos del jardín donde estábamos nosotros, así que aproveché para investigar un poco más sobre esta chica. El Lagarto no me tiró más que pálidas: vivía en Mar del Plata y estaba en Buenos Aires por las fiestas y durante la época de secundaria entre ellos habían pasado cosas. No me dijo exactamente qué, y tampoco lo quise saber. Ya era suficiente. La mina de un amigo, sea en pasado o presente, no se toca, según dicta el Código de Amigos Hombres. Pero al rato El Lagarto, un buen tipo, me agarró y me dijo "Fede, veo como la estás mirando, quedate tranqui, lo mío con ella fue una boludes hace mucho, hacé lo que gustes". ¡Grande Lagarto!
Hacé lo que gustes. Hacé lo que gustes. Había tantas cosas que me gustarían hacerle, pero primero había que dar el primer paso: hablar. Ojo, no de cualquier cosa, sino de algo en concreto que haga que ella se entusiasme con la charla. No es fácil, para nada. Pero empezamos contando anécdotas de El Lagarto (lo matamos, pobre) y todo se fue dando y resultó que teníamos muchísimas cosas en común. Me contó como era su vida en Mar del Plata, su estudio, su trabajo, etc. Charlamos bastante y nos separamos un poco del grupo. Igualmente ese día no pasó nada, pero cuando se fue, después de intercambiar e-mails (yo Facebook no tenía) me dijo "escribime". Ella se volvía a MDQ en la primer semana de Enero, así que tenía unos 10 días para intentar algo con ella.
Se ve que estaba en la misma onda que yo por que aceptó al toque mi invitación para ir al cine. Estaba tan nervioso que ya ni me acuerdo que fuimos a ver (sí me acuerdo que fue un bodrio). Sobre el final de la película, mientras pasaban los créditos, me animé, giré la cabeza y la besé. Fue realmente hermoso. Y esa fue la única vez que la pude ver durante su estadía en Buenos Aires, pero nunca dejamos de escribirnos e-mails.
A las pocas semanas ya la cantidad de e-mails iban disminuyendo, era entendible. Yo ya estaba resignado a que nunca más la volvería a ver, hasta que apareció un amigo de un foro gamer al que entraba por esas épocas me dijo que los viejos le dejaban un chalet que tienen en Mar del Plata y andaba planeando un viaje relámpago junto a otros dos, y si quería ir. Claro que acepté. No solo por que quería verla a ella, sino que me haría bien despejarme un poco de la ciudad. Una vez confirmado el viaje, le mandé un e-mail comentándole. Si bien se puso contenta, no noté mucho entusiasmado, pero bueno, al fin de cuentas no éramos nada. Eso sí, intercambiamos números de celulares para poder contactarnos allá. Íbamos a estar unos cuatro días (de viernes a lunes) así que había que aprovechar el tiempo.
De más está decir que el clima durante los cuatro días fue una reverenda mierda. Nublado, lluvioso y con frío. Te daban unas ganas terribles de pegarte un tiro, pero igual si uno está con amigos todo se hace más llevadero y no importa lo que pase siempre hay una buena excusa para cagarse de risa. Pero mi mente estaba puesta en ella. Le mandé un mensajito al celular el sábado al mediodía para juntarnos a la noche. Nada. "No debe tener crédito", pensé. Al rato "capaz se quedó sin batería, aunque no creo". A las 3 horas le mandé otro. Tampoco nada. Mis pensamientos ya eran del índole "me mandé alguna cagada y me odia". Ya había alcanzado el límite de dos mensajitos, uno más ya sería irse de tema. A eso de las 7 y media de la tarde estábamos en el chalet con los otros tres crápulas sacándonos la arena (a pesar del clima choto fuimos a la playa igual) y viendo Los Simpson en la tele cuando mi celular vibró. Era ella. Textual: "disculpa q no t respondi antes no tenia cred vamos a 1 bar avisa y t paso la dir". Ahí llegaba otro dilema: si respondés al instante, quedás como un desesperado que tenía el celular al lado esperando el mensaje. Y aunque esa era exactamente la realidad, hay que hacerse el interesante. Respondí a los 5 segundos. No aprendo más.
Quedamos en encontrarnos con ella y tres amigas más en un bar sobre la Av. Alem a eso de la 1 de la mañana. Se llamaba Cubo o algo así. Cuestión que ella nunca apareció. Por ende, ni nos enteramos quiénes eran las amigas. Le mandé un mensaje para ver si le había pasado algo y su respuesta fue enigmática, otra vez textual: "perdon q no t avise estoy bn tuve 1 probl, mañ si o si". Debo decir que lo que más me sorprendió fue el correcto uso de la coma entre tanto despelote. "Quedate tranqui, nos vemos mañana" respondí como la frente alta pero el corazón un poco marchito.
Entre pito y flauta (o mejor dicho entre Fernet y Gancia) volvimos al chalet como a las 8 de la mañana agonizando, dispuestos a dormirnos la vida. Mi improvisado despertador fue el vibrador del celular a eso de las 12.30 del mediodía, que con semejante resaca parecía un terremoto. Era un mensaje de ella. Textual, de nuevo: "olis keres tomar algo a la tarde? tipo 4, tas cerca de manolo?". Manolo es un lugar donde hacen unos churros rellenos de dulce de leche gloriosos. Me duché, me vestí bien, me puse perfume. Me produje para ella. Para enamorarla.
Llegué 10 minutos antes de lo estipulado pero ella estaba ahí. Mientras me acercaba me miró y esbozó una sonrisa. Estaba radiante. El beso del saludo fue en la mejilla, claro, el beso en la boca había que ganárselo de nuevo. La charla iba bien y metiéndose cada vez más en el terreno amoroso, hasta que, sin control, le dije que me gustaba mucho y que quería tener algo con ella. Su cara se transformó y no de la manera que yo esperaba.
- Disculpame Fede, pero no puedo, vivimos muy lejos. Además recién nos conocemos...
- Pero ya salimos una vez y la pasamos re bien.
- Sí, lo sé, pero era algo del momento.
- ¿Pero no te gusto?
- Sí, me gustás, pero es difícil.
- ¡Yo no tengo drama en venir seguido para acá así nos vemos!
- Nah, no es eso.
- ¿Y entonces?
- Es que tengo novio...
- ¿Pero por qué aceptaste ir al cine conmigo? ¿Por qué me besaste?
- Bueno, estaba peleada con mi novio y... estaba confundida...
- ¡Ah pero que flor de puta que sos! (nota: ésta última respuesta sólo sucedió en mi mente)
Me levanté. Y me fui. Haciéndome el duro, pero con ganas de llorar. Esto me pasa por enamorarme así, de la nada, siempre me pasa lo mismo. Al poco tiempo me enteré que al bar no había ido por que salía con el novio, mientras yo la esperaba ansioso. Volví al chalet y mis amigos, todavía totalmente rotos, seguían durmiendo. Me saqué la ropa y me acosté de nuevo. La borré de mis contactos y nunca más supe de ella.
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