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Ahí vamos

7:59 p.m. Unknown 0 Comentarios Categoría :


Llegamos al Lago Villarino desde San Martín de los Andes por la ruta 40. El transporte nos dejó a un costado del camino y se veía a unos 100 metros el cartel que indicaba el ingreso. A un lado de la ruta, de la mano que va hacia San Martín está el lago Falkner, que cuenta con un camping organizado, con algunos servicios y una despensa. Al otro lado está el Villarino, que maneja una modalidad de camping libre, lo que quiere decir que no tenés nada más que lo provisto por la naturaleza.

Apenas alcanzamos el cartel de ingreso al lago nos encontramos con un llano, donde había bastantes autos estacionados, gente con reposeras y todo ese tipo de cosas que uno esperaría no encontrar en un lugar así. Pero bueno, era fin de semana post año nuevo y la gente de la zona aprovechó para ir. A medida que fuimos avanzando hacia el lago, el camino te obliga a irte un poco hacia la izquierda, bordeándolo, y casi sin darnos cuenta nos encontramos de frente con el bosque. La idea era acampar ahí, aunque todavía no sabíamos que tanto nos íbamos a adentrar. No queríamos ir demasiado lejos más que nada porque las mochilas son incómodas para estar maniobrando en un lugar donde no hay un camino marcado y aparecen ramas de cualquier lado.

En la búsqueda de la verdadera tranquilidad que puede ofrecer el bosque, caminamos hasta encontrarnos solos. Para ponerle un poco de adrenalina al camino y con la promesa de Bocha y Diego de que habían encontrado un muy buen lugar, cruzamos una vertiente con las mochilas a cuestas. Por suerte la mayor secuela que nos dejó esto fue alguna que otra zapatilla mojada. Fue entonces cuando nos encontramos con el que iba a ser nuestro hogar los próximos dos días. Era una casa con todas las comodidades, teníamos heladera, horno a leña, buena iluminación y vista al lago. Armamos las carpas juntas, con el palier apuntando hacia el lago.

La casa
Lo bueno del sur en verano es que anochece tarde, hasta las 22hs se tiene luz natural, lo que nos daba tiempo de buscar leña para cocinar y mantener un poco de calor ya que por la noche y a 15 metros del agua se puede poner bastante frío. Para no perder la costumbre esa noche comimos fideos o arroz, que es la comida que solemos hacer en situación de acampe. El Flaco había tenido el gran acierto de traer algunos sobres de jugo, y usamos una botella con agua para prepararlo. También teníamos una cerveza a cuestas que habíamos comprado a la mañana en San Martín. Como queríamos tomarla fría, fue la primera oportunidad en que usamos la heladera. En la vertiente que desembocaba en el lago encontramos un hueco donde se formaba una cascada, y ahí fue donde metimos las botellas. Estábamos muy contentos cuando después de tan solo media hora las bebidas estaban frías como si hubieran estado dos horas en una heladera de verdad. El fuego ya estaba en marcha para preparar la cena, ubicado debajo del horno que había armado el Tute con unas piedras que había en el lugar. Era un diseño muy bueno, con dos agujeros que oficiaban de hornallas y una pared atrás para mantenerlo al reparo del viento.
La heladera
Algo interesante del lugar es que entre que empieza a oscurecer y termina, el cielo pasa por alrededor de cuatro coloraciones distintas. A medida que avanza, cada vez es mayor el contraste de las estrellas y se presencia un espectáculo hermoso. Al estar en ese espacio donde predomina el silencio y la tranquilidad, aprovechamos para charlar cerca del fuego. También hubo momentos de creatividad en los que Bocha jugó a ser un jedi y que el Tute después convirtió en un gif genial. Todo lo que hizo falta fue una linterna, una cámara y un poco de humo.

Bocha Kenobi
En nuestro segundo día en el Villarino tuvimos que recurrir al lago para darnos un pequeño baño. Estos lagos te invitan a meterte, por un momento hicimos a un lado el hecho de que estaba fresco y de lo que iba a generar el viento cuando saliéramos. Debe ser por el agua cristalina, que deja verte los pies o porque el lugar es tan perfecto que te da ganas, aunque sea por un rato de ser parte por completo, que decidimos hacerlo. 

El patio
En todo lo que llevo de relato omití un tema que no es para nada menor, aunque todos ya se deben imaginar por donde va. Como decía al principio se trata de un lugar para acampar en forma libre por lo cual el baño es el bosque. En principio esto no supone nada raro, excepto que sean personas muy delicadas. En ese caso recomendaría que no se queden más de dos días. A la hora de seguir camino, como la ruta de los siete lagos es bastante popular, se puede sacar un pasaje ya en San Martín de los Andes que sirve para ir parando en los lagos y pasa todos los días por la ruta a una determinada hora. Claro que el hecho de poder subirse está sujeto a la disponibilidad de lugar, pero no tuvimos ningún problema con respecto a eso.

Hasta acá llega lo que fue nuestra estadía por el lago Villarino. Creo que todos deberían aprovechar para disfrutar de estos lugares, viajar por el país que tiene tanto para ofrecer. Así que les ordeno que lo hagan, ¿está claro? Quiero ver que todos pongan en los comentarios la foto de sus pasajes para este año. Ojalá les haya generado un poco de curiosidad y en caso de que lo hayan visitado, les haya hecho revivir un lindo recuerdo.  Hasta la próxima.

*Todas las fotos usadas en este post fueron realizadas por el Tute, si si el mismo que se nombra en el texto*

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