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De colonias y sacramentos

11:19 p.m. Unknown 0 Comentarios Categoría :


En el mes de octubre tuve la suerte de volver a visitar Uruguay. Esta vez no fui hasta Montevideo, sino que me quedé apenitas cruzando el río, en la ciudad de Colonia del Sacramento. Como no quise tropezar por tercera vez con la misma piedra saqué los pasajes por Seacat y se cumplió lo que me habían comentado, viajé en barcos de Buquebus tanto a la ida como a la vuelta. Me emocioné casi hasta las lágrimas cuando el buque de ida salió solo media hora retrasado y el de vuelta arribó antes del horario que estaba anunciado.

Recomiendo que el hospedaje sea reservado con cierta anticipación para poder estar cerca del casco histórico. Al sacar los pasajes sólo quince días antes de viajar la mayoría de los hospedajes estaban ocupados. Si bien conseguí un hotel que estaba muy bueno, quedaba como a 25 cuadras y cuando lo caminas por tercera vez en el día puede volverse un poco agotador. De todos modos el taxi es accesible y tarda 5 minutos en llegar al centro por lo que no fue algo limitante.
¿Qué hacer en Colonia? Disfrutarla. Es una ciudad muy chiquita, donde dos días son más que suficientes para ver las cosas que tiene para ofrecer. Llegamos el sábado a eso de las 2 de la tarde y tras dejar las cosas en el hotel empezamos con el recorrido. Una de las cosas buenas de que el hotel quedara un poco lejos fue recorrer la rambla. Regala vistas del río muy bonitas y desde arriba se pueden ver las playas, y el puerto de yates a medida que nos vamos acercando al centro. Durante este primer día recorrimos el caso histórico de manera informal, disfrutando de su estilo colonial, de las calles empedradas que por momento resultan algo difíciles de caminar pero que le dan un encanto particular, de las distintas plazas y de sus calles arboladas. Una recomendación que deberían tomar muy en serio es subir al faro para el momento en que cae el sol, disfrutar como va dejando su camino sobre el agua hasta perderse detrás de alguna de las islas cercanas a la costa.

El faro está edificado sobre las ruinas de una antigua iglesia jesuita.

La ciudad está muy preparada para el turismo ya que básicamente es lo que la mantiene activa. En todos lados aceptan tanto pesos argentinos como tarjeta por lo que no es necesario cambiar dinero a pesos uruguayos, tal vez sólo un poco por si quieren comprar algo en el kiosco. Un dato importante es que sobre los pagos realizados con tarjeta te devuelven el total del IVA, que en Uruguay es del 22%, así que a usar el plástico. 
Por la noche una buena idea es salir a comer por el casco histórico, donde las callecitas empedradas toman otro color iluminadas por los faroles. Cuenta con una oferta gastronómica importante y hay opciones para todos los gustos. Lugares que ofrecen comida a la parrilla, otros con sólo pastas, alguno más moderno con cerveza artesanal y hamburguesas gourmet que tan de moda está.  Yo cené en Marlo, un restaurante de parrilla uruguaya, un brochete de cordero que era una verdadera fiesta. También hay lugares muy pintorescos como el Mesón de la Plaza que está montado en una casa antigua y tiene mesas disponibles en la calle, en la casa y en el patio interno.

Así se va el sol desde el faro
Desde el centro de informe turísticos, frente a la muralla de entrada a la ciudad vieja, salen dos veces por día visitas guiadas. En estas visitas nos cuentan la historia de la ciudad y cómo llegó a estar como la vemos hoy. Todo esto por la módica suma de $75 argentinos. Cómo la mayoría de las historias de las ciudades del Río de la Plata está teñida por enfrentamientos entre las distintas partes interesadas, en este caso, España y Portugal. Tras cientos de años de idas y vueltas la ciudad quedó en poder de los españoles. Como consecuencia al día de hoy podemos observar una mezcla en los estilos de construcción y los materiales de las casas. Por ejemplo las casas portuguesas suelen tener piedras en la fachada y techos con tejas. Un dato curioso es que se llaman tejas musleras porque los dueños de las casas le daban la forma sobre su propio muslo. En cambio las construcciones españolas presentan techos altos y planos, y la fachada es más bien lisa con algunas ornamentaciones. Otro dato que entra en lo desagradable es que los portugueses, lógicamente, no habían hecho una red de cloacas ni muchos menos y es por eso que las calles van en bajada hacia el río y presentan una pendiente hacia el medio. Los desechos personales (dígase también caca), eran arrojados a la calle y se esperaba a que el río subiera y se los llevara. Lo que para mala noticia de los colonizadores no pasaba porque el río es bajo en esa zona.


Como último dato, el caso histórico de colonia hasta aproximadamente 1970, era una zona más bien turbia y un tanto abandonada, donde ejercían su profesión las prostitutas. Fue en esa época cuando se armó el Consejo ejecutivo honorario, encargado de llevar a cabo las obras de restauración y reconstrucción de algunos de los monumentos históricos que se pueden apreciar hoy. Si bien hay muchas cosas que contar, creo que mejor les dejo el resto para cuando lo visiten.
Aparte de la visita al barrio histórico, se puede ir a la zona conocida como Real San Carlos, donde está la plaza de toros. Como su nombre lo indica es una plaza de toros que fue construida a principios del siglo XX, actualmente fuera de uso, y se aprecia la fachada detrás de una reja dado que tiene peligro de derrumbe. Sin embargo, se puede ver algún que otro turista que pasa por un agujero que tiene la reja y se saca fotos adentro, actitud más que reprobable. Como queda un poco lejos, para llegar cumplí uno de mis sueños y manejé un carrito como los que se usan en los campos de golf para ir de un hoyo a otro. Te cobran alrededor de 17 dólares la hora por un carrito en el que pueden viajar hasta cuatro personas.


Para finalizar me gustaría alentarlos a que visiten Colonia, dado que tiene mucho para ofrecer y queda a menos de 60 kilómetros de Buenos Aires. De hecho el barco tarda una hora en llevarnos hasta el país vecino. Espero que hayan disfrutado este pequeño paseo tanto como yo disfruté al escribirlo. Nos vemos el mes que viene para cerrar un año más con Expreso a Neptuno.

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