¿Mito o realidad? Vol. II: Roanoke
Constantemente estoy tratando de buscar temas para escribir en el blog. Cosas que me llamen la atención, que me gusten y crea que puedan interesarle al potencial lector. En esta oportunidad, elegí esta historia porque en un lapso muy corto de tiempo tres señales me llevaron por este camino. Por un lado, una novela gráfica que leí (1602), escrita por Neil Gaiman que se basaba en el mito/relato que hoy traigo. Por otro, un podcast en el que se reseñaba la nueva temporada de American Horror Story, que bebe del mismo relato. Y por último, el post que Facu, hace varias semanas atrás, publicara en este mismo blog sobre desapariciones. Ahora si, sin más preámbulos diríjanse conmigo en un viaje hacia los misterios de la Colonia de Roanoke.
Las colonizaciones nunca fueron fáciles, y en general, están plagadas de historias que evidencian sus traspiés. Si tienen dudas pregúntenle a Pedro de Mendoza, y lo que implicó para él la primera fundación de Buenos Aires. Pero lo que no es común, es que dichas epopeyas, se vean teñidas de un halo de misterio sobre el destino de toda una colonia. Eso mismo es lo que envuelve a una de las primeras colonias inglesas en EEUU, y es lo que hace tan atractivo al relato.
Suele ser difícil encontrar un principio cuando se trata de Historia, sobre todo porque en general los sucesos que uno quiere narrar tienen causas que los preceden y consecuencias que tiñen hechos posteriores; pero confiemos en que este relato comienza en 1584, cuando la reina Isabel I le otorgó una carta real para colonizar el área de Norteamérica a Sir Walter Raleigh. Esto no solo buscaba las ventajas propias de anexar nuevos territorios a los que uno ya posee, sino que además, intentaba minar las chances de los españoles de reclamarlos, algo que ya estaba ocurriendo. Con esos objetivos en mente, y al mando de Arthur Barlowe, en 1585 se estableció una colonia en Roanoke, una isla que quedaba frente a la costa de lo que hoy es Carolina del Norte, en EEUU. Su elección no fue azarosa, se trataba de un emplazamiento estratégico desde el cual se podían lanzar expediciones de sabotaje a barcos españoles que se acercaran a conquistar mayores porciones del Nuevo Mundo, y además se confiaba en las bondades climáticas de la zona, lo que se consideraba favorable a la hora de establecerse.
Las complicaciones no tardaron en llegar, a las dificultades para conseguir comida, y la poca agua dulce que había en la isla, se sumaron las malas relaciones con las tribus indígenas de la zona, los Croatoan y los Secotan. La hostilidad reinante hizo que cuando el corsario Sir Francis Drake pasara por la colonia, el pequeño grupo de expedicionarios decidiera volver con él a Inglaterra. Al año siguiente Sir Richard Grennville, sin tener conocimiento de este suceso, arribó a Roanoke con el fin de abastecer de provisiones a los colonos. Al no encontrar a nadie decidió partir, dejando una dotación de 15 soldados para que mantuvieran la posición conquistada. De ese grupo nunca más se tuvo noticias. Se especula que fueron abatidos por los indios o decidieron de alguna manera volver a Inglaterra, fracasando en el intento. Este constituye el primer misterio de este relato, aunque no el único, ni el más resonante.
Y ahora si, llegamos al momento en el que la historia se pone más interesante. En 1587 se estableció una tercera colonia en la isla. Esta vez el grupo de colonos ascendía a 118, y estaba liderado por John White. La intención era terminar de establecerse de una vez por todas. El destino inicial era la bahía de Chasapeake, pero al estar cerca de Roanoke, Raleigh les pidió que primero pasaran a ver en que estado estaba la colonia, y al encontrarla desierta decidieron (utilizando la lógica de cualquier film de terror que se precie) quedarse ahí.
Esta segunda colonia tuvo un inicio esperanzador logrando vencer la reticencia de las tribus indígenas, y estableciendo buenas relaciones con los Croatoan. Incluso se dio el primer nacimiento de un niño inglés en Norteamérica. Se trataba de Virginia Dare, nieta de John White, cuya madre, Eleonor W. Dare, había realizado el viaje embarazada. Sin embargo, y al igual que en la experiencia anterior, los problemas de abastecimiento no tardaron en llegar, y fueron acompañados por el primer asesinato de la colonia. George Howe apareció muerto en una playa cercana cuando había salido a cazar cangrejos. Obviamente los colonos especularon que dicho acontecimiento tenía que ver con el accionar de los indios, aunque la falta de respuestas redundó en un nuevo misterio. Cercado ante estas dificultades, White decidió partir nuevamente a Inglaterra, dejando atrás al resto de los miembros de la colonia, con el fin de informar de estos acontecimientos a la Corona Inglesa, y retornar con provisiones que aseguraran la supervivencia del valiente grupo de exploradores. Esta sería la última vez que vería a su hija y a su nieta.
Apenas llegó a Londres, John White se dio cuenta que le iba a costar mucho volver a la isla. La guerra entre Inglaterra y España se encontraba en pleno desarrollo, y la Corona Inglesa no tenía fondos para cumplir con su petición. Tuvo que esperar tres años para poder emprender el viaje de regreso. Retornando finalmente a Roanoke en 1590.
¿Qué se encontró al volver? Nada. De ahí el misterio. No había rastro alguno de los 117 colonos que dejó al partir tres años antes. Las casas de paja y madera se encontraban desmanteladas, los establos vacíos, no había rastros de batalla ni de hambruna. Solo una palabra tallada en uno de los postes del fuerte: CROATOAN, y otra (o al menos una parte) en un árbol cercano: CRO. Nada más. La gente parecía haberse esfumado.
Sobre lo realmente sucedido hay diversas teorías, algunas más realistas y otras que abonan el terreno del mito o la fantasía. Hay quienes dicen que los colonos simplemente se mudaron, y se fueron a vivir con los Croatoans (vivían mayormente en una isla cercana, hoy conocida como Hatteras), aunque esto nunca pudo ser probado. Otros creen que pudieron haber sufrido un ataque externo (español o de los mismos indios); esta hipótesis suele rebatirse, dado que es un hecho conocido que en la colonia tenían un código por el cual ante un ataque de fuerzas externas se iba a tallar una cruz de malta en algún árbol, cosa que no sucedió. Tampoco existe ninguna constancia de que los colonos hubiesen querido volver a Inglaterra, como algunos especularon. Lo cierto es que nada de esto pudo ser comprobado.
Quizá la teoría más palpable es la que sostiene que los colonos abandonaron de alguna manera la isla, y se integraron a la tribu Lumbee. Sus descendientes habitan actualmente en el condado de Robson, en Carolina del Norte, y tienen en algunos casos rasgos caucásicos, pelo rubio y ojos azules, todas características impropias de los indígenas de la zona. Además muchos de sus apellidos coinciden con los de los miembros de la colonia perdida. El obstáculo para que esta hipótesis sea totalmente aceptada reside en las dificultades para tener pruebas de ADN concluyentes, teniendo en cuenta la época con la que se tiene que comprar el estudio.
Y cuando hay misterio, siempre salen a la luz todo tipo de teorías locas. Como por ejemplo la que sostiene que fueron devorados por una tribu caníbal, o la que asocia la desaparición al accionar de un espíritu maligno en el que creían los Croatoans, que habría sido traído al nuevo mundo a través del nacimiento de Virginia Dare y que habría forzado a los colonos a matarse y devorarse entre sí. Más poética es la historia que dice que Virginia, que se habría criado entre indios, presa de una disputa amorosa entre dos de ellos, fue hechizada y transformada en un ciervo blanco (símbolo de pureza para los indígenas de la zona), y cuyo fantasma aun puede verse hoy en día en Roanoke.
Hay todavía un dato más que me gustaría aportar, que abona el terreno de lo fantástico. Me refiero a la palabra Croatoan, que se encontrara escrita en la colonia abandonada. Más allá de que parece aludir a la tribu de indios de la zona, también se especula que tienen un significado oculto o desconocido, pero relacionado a la tragedia. Cuenta la leyenda que en el año 1849, y después de haber pasado un período desaparecido, Edgar Allan Poe fue encontrado deambulando por Baltimore, susurrando la palabra Croatoan. El poeta moriría ese mismo año. También dicen haberla encontrado en el diario de Amelia Earhart en 1937, año de su desaparición; tallada en la cama en la que el escritor Ambrose Bierce durmió en Mexico en 1913 antes de desaparecer; rayada en la pared de la celda del famoso delincuente Negro Bart (al ser liberado en 1888 desapareció); escrito en la última página del diario de vitácora del buque Carroll A. Deering cuando encalló en el cabo Hatteras (muy cerca de Roanoke) totalmente vacío en 1921.
La historia esta plagada de misterios. Sucesos para los cuales no se han encontrado evidencias que puedan probar que ocurrió. Estos hechos suelen representar un desafío para historiadores, y también oportunidades para los amigos del mito. Uno puede creer lo que más se acomode a su línea de pensamiento con el claro convencimiento que nadie sabe realmente que pasó. Ya sea conviviendo con indios o siendo devorados por ellos, el destino de los miembros de la colonia de la isla de Roanoke nunca pudo dilucidarse. Y eso ya es parte de la leyenda.
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