Cowboys del espacio
Hoy todo cinéfilo conoce a Joss Whedon. Su participación en el Universo Cinemático de Marvel dirigiendo los dos films de los Avengers, y oficiando de consultor en varios otros, le garantizó su lugar en la cultura de masas. Sin embargo, desde hace casi 20 años que el neoyorkino tiene ganado un merecido rincón en el mundo de la cultura pop, dado que a su creatividad le debemos grandes series como Buffy la cazavampiros o su spin-off un poco menos adolescente Angel. Si naciste en los ´80 y al promediar los ´90 arrancaste el secundario, seguro que viste aunque sea algún capitulo de estas dos obras.
Justamente el show que hoy nos ocupa es de la factoría Whedon, quien oficia de director (de algunos episodios), creador, guionista y co-productor ejecutivo, implicándose hasta tal punto que también compondría el tema de presentación (un country muy copado), y se estrenó en 2002, cuando el colorado ya tenía al aire, y con relativo éxito, los dos programas antes mencionados. Me refiero por supuesto a Firefly, en donde el bueno de Joss se alejaba de los mitos vampíricos, y se centraba en la space opera, aunque claramente el género que mejor le queda al programa, no solo por ambientación, sino por estructura, es el western espacial.
La premisa de la serie es simple. Luego de una guerra interplanetaria, el Sargento Malcom Reynolds (el groso de Nathan Fillion), integrante del bando derrotado, pasa a convertirse en el capitán de Serenity, una nave clase Firefly, en la que además de dedicarse al contrabando, vive aventuras muy copadas, al tiempo que escapa de la ley. Por supuesto que en su odisea interminable no está solo. Lo acompañan la fiel Zoe (Gina Torres), segunda al mando, muy badass y compañera de Mal desde la época de la guerra; su marido, Wash (Alan Tudyk), que es el piloto y le aporta su optimismo y toques de comedia a la tripulación; Inara (la hermosa Morena Baccarin), que es una especie de escort del futuro, y no forma parte de la tripulación propiamente dicha, sino que alquila una de las lanzaderas, además de mantener una relación de tensión con Mal; Kaylee (Jewel Staite), la mecánica de la nave, siempre alegre y un tanto aniñada; y Jayne (Adam Baldwin), el encargado de la seguridad, que no es más que un ex delincuente, que por dinero es capaz de casi cualquier cosa. A este heterogéneo grupo se le suman tres integrantes más en el episodio piloto: dos fugitivos con una buena historia que contar, el Doctor Simon Tam (Sean Maher) y su peculiar hermana River (Summer "garantía de cancelación" Glau) recientemente rescatada por Simon de las manos de una organización (¿del gobierno?) con propósitos poco claros; y el reverendo Derrial Book (Ron Glass), que con el paso de los episodios dejará entrever un pasado poco acorde a su función.
A la serie no le fue bien en audiencia (aunque si logró cosechar una buena, aunque insuficiente para la cadena, base de fans) y, spoiler alert, Fox la canceló luego de emitir once capítulos. Hubo tres más que se emitieron en forma posterior, llegando a un total de 14. A favor del show cabe alegar que fue programado los viernes a la noche, uno de los horarios más complicados para que un programa sobreviva, y encima Fox lo pasó tan desordenado que el piloto recién vio la luz un par de episodios antes de la cancelación. Durante su breve duración alternó capítulos autoconclusivos, que fueron la mayoría, con otros que se nota estaban pensados para ir construyendo poco a poco una rica mitología, que iba a girar en torno a River, y a responder preguntas como ¿de quién escapaba? ¿Qué le hicieron mientras estaba encerrada? ¿por qué la consideraban especial? Todos interrogantes que quedaron sin resolverse por la prematura cancelación del show. Por suerte, gracias al moderado éxito de ventas en DVD, y a un creciente y entusiasta número de fans, Universal Pictures dio el visto bueno para realizar un film que cerrara la historia, cosa que sucedió en 2005, año en que se estrenó Serenity.
El show tenia algunas características que lo hacían especial. En primer lugar presentaba un contexto futuro en el que los viajes espaciales estaban condimentados por comportamientos y escenarios que recuerdan a films que contaban historias del lejano oeste. Por otra parte, no se presentan aliens de complicados diseños e intenciones indescifrables, sino que se hace hincapié en los seres humanos que evidentemente, y al estilo de la saga de La Fundación de Asimov, se han ido expandiendo por la galaxia, en donde prima una muy refrescante multiculturalidad, que sobre todo se asienta en la mezcla de conceptos propios de la cultura occidental con otros de la oriental. Eso se nota principalmente en el vestuario y en la mezcla de idiomas, pero también se pueden ver otros elementos combinados que muchas veces están en segundo plano, diseminados por los episodios. Además, contaba con los puntos fuertes de toda creación whedoniana, personajes muy bien definidos, con motivaciones y temores creíbles, y diálogos muy bien escritos, con un magistral uso del humor.
Más allá de la peli del 2005, la historia de Serenity y sus tripulantes encontró vida en otros medios, gracias al interés que despertó en un importante grupo de espectadores. Así es como hoy por hoy pueden encontrarse comics (publicados por Dark Horse y en cuyo desarrollo participó activamente Whedon), cortometrajes (River Tam Sessions), juegos de rol y hasta un juego de mesa, demostrando que cuando una idea es buena no importa en que formato se materialice.
Seguramente a muchos lectores el hecho de que la serie haya sido cancelada le puede parecer un punto muy importante en contra de verla. Sin embargo, si disfrutan de la ciencia ficción menos dura, si les gustan las historias de aventuras con toques western, si no pueden resistirse a personajes tridimensionales con los que resulta fácil sentirse identificado, este show es digno de ver. Asaltos a trenes, saqueadores del espacio, duelos, traiciones, cazarrecompensas, todo se conjuga para conformar una historia disfrutable de principio a fin. Entre tanta novedad, y serie gastada, a veces los soplos de aire fresco pueden venir del pasado.
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