Segunda vuelta por el fin del mundo
Para aquellos que se hayan perdido el comienzo de este viaje, arriba dejo el link al post anterior. Como el título lo indica, vamos a seguir recorriendo juntos la ciudad más austral del mundo, Ushuaia. Para eso les recomiendo que se abriguen y nos olvidemos de estos primeros calores de noviembre.
Nos despertamos a las 7 a.m. para aprovechar el desayuno y poder prepararnos. A las 8 nos pasaría a buscar el guía de la empresa Info de Ushuaia, para ir hacia el Parque Nacional Tierra del Fuego. Tan sólo a unos 20 minutos en auto desde el centro de la ciudad se arriba al parque. Al llegar lo primero que se observa es la estación del ferrocarril austral fueguino, mejor conocido como Tren del fin del mundo. El recorrido consta de 7 kilómetros, en los que se viaja por una parte del camino que hacían los reclusos del presidio, cuando iban a recolectar madera al parque. El costo del tren es de $790, lo cual nos resultó elevado y decidimos no tomarlo. Sin embargo, está bueno quedarse unos minutos en la estación. Es muy bonita para recorrer y observar de cerca las viejas locomotoras a vapor y los coches en los que van los pasajeros. Detrás de la estación se encuentra el taller donde se reparan las locomotoras.
Locomotora Zubieta |
En nuestro caso particular, por una cuestión de logística, todo el grupo ingresó al Parque Nacional en camioneta y aquellos que quisieran tomar el tren lo harían al final del recorrido desde la estación que se encuentra en el Parque.
Comenzamos el paseo y el guía nos va contando como está constituida la flora y fauna del lugar. Nos aclaran que sólo hay tres tipos de árboles, lengas, guindos y coihues. Entre los animales típicos hay zorros colorados, guanacos y algunos pequeños roedores. También encontramos aves, entre las que destacan los cauquenes. Los castores fueron introducidos en la zona desde América del Norte y han causado bastantes inconvenientes en el ecosistema fueguino. En el parque se pueden ver zonas de bosque muerto debido a la construcción de castoreras por parte de estos roedores semi acuáticos. Al haber sido introducidos no había en la zona predadores por lo que en la actualidad, se regula la población mediante caza por parte de los guarda parques.
En varias zonas se pueden apreciar turbales. Se trata de zonas en las que restos vegetales, como el musgo, se han ido compactando con los años. A la vista parece ser un suelo estable, pero es bastante traicionero y una caminata por ellos puede hacer que termines con barro hasta la rodilla.
Esquema de una castorera |
La recorrida incluye cuatro paradas en las que se puede disfrutar de postales increíbles y aprovechar para respirar un poco de aire puro. Entre las estrellas por las que todos los turis (como nos dicen los lugareños) pasamos están Bahía Lapataia, donde podemos tomar una foto con el cartel de madera que dice a cuántos kilómetros estamos de Alaska, así como pasear por las pasarelas de madera que se construyeron para preservar el suelo. Otra parada es el Lago Acigami y por último Bahía Ensenada Zaratiegui, donde encontramos la oficina postal del fin del mundo. Allí también podemos observar lo que fueron las casas de los Yamanas, el pueblo originario que habitaba la Tierra del Fuego. Era un pueblo nómade por lo que el concepto de casa es bastante distinto al nuestro.
Una vez finalizado el recorrido, fuimos a la estación dentro del Parque Nacional para que el resto de las personas del grupo pudiera tomar el tren. Dado que sólo quedamos María y yo con el guía, nos llevó un rato por el bosque, donde habitualmente no se permite que pasen los turistas. En ese momento pudimos ver algunos pájaros carpinteros buscando su alimento en los árboles. Comen unos gusanos que ahuecan los árboles, entonces el picoteo de los pájaros sirve para detectar las zonas huecas y por lo tanto, su comida.
Vista desde las pasarelas de Bahía Lapataia |
Si bien la excursión estuvo buena y fue interesante, si van con tiempo recomendaría que le dediquen más al Parque Nacional. En nuestro caso, sólo podíamos estar unos 20 a 30 minutos en cada una de las paradas. Al menos a mí, me hubiera gustado tener más tiempo para disfrutar los lugares.
Volvimos a la ciudad a eso de las 14 horas. A esta altura fue realmente necesario parar a comer algo para seguir el día. Ya con el estómago lleno y habiendo descansado un rato, nos quedaba toda la tarde por delante. Está bueno pasar un rato en la costanera que da al canal Beagle aunque por momentos puede ser un poco ventosa.
Más tarde nos dirigimos al museo marítimo y del presidio, ubicado en el antiguo edificio que albergaba la cárcel de Ushuaia. Consta de un patio central y cinco pasillos, llamados pabellones, dándole una forma de estrella. La entrada tiene descuentos para argentinos y aún mayores si se trata de estudiantes.
Rompehielos Almirante Irizar que justo le pintó estar en el puerto. |
Tres veces por día hay visitas guiadas del presidio que duran alrededor de 45 minutos. En ella se recorre uno de los pabellones y nos van contando la historia de la cárcel, por qué se construyó. Era considerada entre los presos como el peor castigo, ir hacia el punto más austral, donde no podían ser visitados por su familia, el clima era muy duro. Esto en caso de que llegaran vivos, ya que eran transportados en el sótano (No lo sé Rick, creo que no se le dice sótano) de los barcos, en pésimas condiciones y muchos morían en el camino.
El presidio funcionó hasta el año 1947 y entre los presos más reconocidos albergó a Simón Radowitzky, un anarquista ucraniano que asesinó al jefe de la policía, Ramón Falcón, arrojándole una bomba. Otro célebre recluso fue Cayetano Santos Godino, mejor conocido como el petiso orejudo, quien asesinó a varios niños a los golpes. Los llevaba engañados, ofreciendo caramelos, hasta un baldío y ahí los mataba.
Ya en el penal, los médicos creían que la locura de petiso orejudo radicaba en sus grandes orejas. Por esto deciden operarlo para reducir el tamaño de las mismas. Está de más aclarar que esto no tuvo ningún efecto. Finalmente, se cree que murió tras recibir una golpiza en el penal. Los otros reclusos agredieron a Cayetano debido a que habría matado al gato, que oficiaba de mascota de los presos, metiéndolo en la caldera.
Realmente es una visita que vale la pena, es inevitable sentir algunos escalofríos al observar ese lugar, con las paredes gruesas, solitario, imaginando las cosas que habrán visto pasar.
Te reto a que adivines quién es... |
Realmente es una visita que vale la pena, es inevitable sentir algunos escalofríos al observar ese lugar, con las paredes gruesas, solitario, imaginando las cosas que habrán visto pasar.
Para concluir el recorrido, visitamos una réplica del Faro del Fin del Mundo, que se encuentra ahí mismo, en el predio de la cárcel. El faro real se encuentra en la bahía de San Juan de Salvamento, una zona de muy difícil navegación debido a las condiciones climáticas adversas y las corrientes. Este faro se proponía servir de guía, aunque la única iluminación con la que contaba eran lámparas de kerosene en sus ventanas. Imaginen cuánto podrían iluminar.
Con esto vamos cerrando este segundo día largo, intenso y lleno de cosas nuevas por la bella Ushuaia. Espero que lo hayan disfrutado y vayan entusiasmándose con la idea de visitarla. Nos estaremos viendo la próxima para nuestro tercer y último día del recorrido.
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