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La Dama Del Drama

7:43 p.m. Neptunita 0 Comentarios Categoría :


- ¿Agatha Christie? Uff, qué aburrida…

A punto estuvo vuestro querido hijo / hermano / amigo personal de arruinar una primera cita con este comentario sin fundamento que, además, iba precedido de un discurso sobre los beneficios del yoga, lo cual, combinado con una obvia tendencia a los problemas digestivos, me hizo pensar que estaba teniendo una cita con (ay DIOSITO no, te lo pido por favor…) un ARGENTINO VEGETARIANO*

(*Esto sí que es ciencia ficción)

Me vais a perdonar los prejuicios, pero cuando le escuché decir que Agatha Christie le parecía aburrida, casi le arreo un bofetón. Hoy sé que Santi no es vegetariano, he entendido que el yoga no está mal si lo tomas como ejercicio y te olvidas de la movida de los chakras y tengo bastante claro que una persona que se queda dormida a las 12 de la noche cualquier día de la semana, en cualquier lugar y postura, en una silla, en una fiesta o montando a caballo, no tiene derecho a llamar aburrida a nadie. 

Y menos, a Agatha Christie. Porque, más allá de lo divertidos o no que puedan resultarte sus personajes, el auténtico personaje de la vida de Agatha Christie fue: AGATHA FOCKIN CHRISTIE. Y es que nuestra querida autora, aparte de ser la Dama del Crimen del mundo literario, fue la Dama del Drama en el mundo real. Dicen que la realidad supera a la ficción ¿no? Pues la realidad de Agatha Christie parece sacada de uno de esos programas de recreaciones de crímenes imperfectos que ponen ahora en sitios como Netflix y antes en televisión, en la típica franja horaria para personas que están en el paro.

No sé a vosotros, pero a mi ME ENCANTAN esos programas.

Forensic Files traducido en España como Crímenes imperfectos.
La propia traducción ya constituye un delito en primer grado.

DISCLAIMER: No abras este artículo si no estás dispuesto a perder tu tiempo y, muy posiblemente, tu empleo.
Volviendo al asunto que nos ocupa, por si no estábais al tanto, Agatha Christie fue una drama queen nivel Gone Girl ¿Os acordáis de ese thriller protagonizado por Ben Affleck y Rosamund Pyke sobre una escritora fugada/desaparecida que la audiencia definió con ese término tan categórico y elogioso de loca del coño? Joya. Esta historia, filmada por David Fincher, con banda sonora de Trent Reznor y Atticus Ross, está basada en una novela de Gillian Flynn. Y esta novela está basada -me atrevería a decir, con la mano en el fuego y poniendo a La Internet por testigo- en el gran escándalo que protagonizó Agatha Christie allá en 1926 cuando ninguno de vosotros lectores érais siquiera un proyecto de vida. Que sois muy modernos vosotros.

Gone Girl, como las reconstrucciones de Crímenes Imperfectos, pero sin pasarla por la TV en un horario de mierda
En 1926, Agatha Christie, de soltera Miller, se encontraba casada con el coronel Archibald Christie -Archie para los amigos, puro nombre de pijo repelente- y era ya una escritora de cierto renombre, lo que hoy en día llamaríamos una autora bestseller. Para aquel entonces ya había publicado su primer hitazo “El misterioso caso de Styles” con el que presentó al famoso Hércules Poirot y 5 novelas más, entre las que se cuentan “El adversario secreto” con Tommy y Tuppence Beresford** y también la que tanto, yo como otros tropecientos lectores, consideramos su más brillante trama de misterio “El asesinato de Roger Ackroyd”. En fin, que esta señorita no era una cualquiera ni una lady dedicada a vivir de las rentas de su marido, no. Era una mujer con nombre propio, conocida a nivel mundial aunque llevase una vida relativamente tranquila en el pequeño y rural condado de Berkshire, UK.

(**ACOTACIÓN: Hago un inciso aquí para recomendar los libros protagonizados por Tommy y Tuppence, sus detectives menos conocidos: una pareja de jóvenes buscavidas que suelen verse envueltos en tramas de espionaje que ya implican más aventuras de las que estaría dispuesta a vivir la octogenaria Miss Marple o el rechoncho Poirot.)

Y hete aquí que un día, esta mujer sale de casa y ya no vuelve más. 

Desvanecida, esfumada, huída ¿secuestrada? 
Desaparecida, evaporada, missing, ciao. 
¡Ahí os quedáis, pringaos!

“Where could I beeeee…?”
Todo el Royal United Kingdom conmocionado y tirándose de los pelos ¿Dónde está nuestra joya de la corona? ¿Quién nos la ha robado? 1.000 agentes de policía, cazarrecompensas y más de 15.000 voluntarios en todo el territorio insular británico tratando de averiguar el paradero de la famosa autora y qué había ocurrido con ella, en una operación en la que hasta el propio Ministro del Interior llegó a presionar a Scotland Yard para que pusiera en marcha todos sus efectivos y varios aviones de búsqueda. ¡OJO!

¿Y cómo fue el asunto? -os preguntaréis- ¿Fue a por tabaco y se perdió por el camino?

Tal vez. Lo único que se sabía es que el 3 de diciembre de 1926, a eso de las 21:45, Agatha salió de su casa de Berkshire a bordo de su coche, un Morris Crowley, después de indicarle a su secretaria que se dirigía a Yorkshire a pasar la noche. Unas horas más tarde su vehículo aparecía abandonado en Newlands Corner, muy cerca de una fosa, con restos de sangre en su interior, el abrigo y el carnet de conducir de la escritora. Pero, aparte de eso, no había ni el menor rastro de ella.

Espero que entendáis que un setting de este tipo resulta de lo más excitante para gente tan aburrida como yo, personas en paro y Sir Arthur Conan Doyle, que llegó a entregar un guante de la escritora a una medium amiga suya, a ver si por ahí conseguían contactar con ella.

La noticia llegó incluso a cruzar el charco, donde el mismísimo New York Times se hizo eco de ella. Se publicaron incluso retratos robot con el Photoshop de la época en los que se daba una idea del aspecto que Agatha podría tener disfrazada y atrezada. Dato que me ha permitido observar la similitud entre Agatha Christie y Peter Sellers, por cierto. Dos gotas de agua.

El mismísimo Inspector Closeau.
Once días después de su desaparición, un camarero del Swan Hydropathic Hotel en Harrogate, la reconoció por las fotografías publicadas en la prensa -sí, las de Peter Sellers in drag- donde ella se había registrado voluntariamente bajo el falso nombre de Nancy Neele. La escritora no sabía quién era ni por qué estaba allí y tampoco fue capaz de reconocer a su marido cuando éste llegó a su encuentro. Más tarde, el caso se achacó, oficialmente, a una amnesia temporal. Y al año siguiente, los Christie se divorciaron.

La autora llegó a recibir tratamiento psiquiátrico durante un tiempo, mientras la opinión pública reaccionaba con furia contra ella, ya que muchos creían que había fingido su desaparición como truco publicitario. Chúpate ésa, Mad Men. La Christie ya manejaba el teaser antes que todos nosotros.

Algunos se quejan de que sus novelas siempre se resuelven al final por una mente privilegiada tipo Poirot o con conocimientos locales sobre venenos y vecinos que no pueden deducirse de pistas dejadas previamente por la autora durante el relato (Algunos no: Santi). En este caso, sin que medien ninguna Marple y ningún Poirot, sabemos gracias a biógrafos y abogados, que aquí la autora nos dejó la pista más grande que cabía dejar. Porque ese nombre con el que se registró en el hotel -Nancy Neele- era ni más ni menos que (CHAN CHAN!!-dramatic music cue) el nombre de la amante de su marido. Podemos elucubrar que esa pista fue dejada a modo de  “A QUIEN CORRESPONDA” ***

(*** ¿A quién va a corresponder? A ti, ARCHIE… ¡Ojalá te pegues un tiro en las pelotas, malnacido!)

Por lo visto y por lo leído, Agatha había descubierto no solo la infidelidad del señor Coronel, sino que el muy hijo de mil pécoras había decidido irse a pasar el fin de semana con su amiguita y estaba dispuesto a dejar a su mujer. Una situación de este tipo no es plato de gusto para nadie, pero debió de ser un trago aún más amargo para una persona como Agatha que, a estas alturas, era ya considerada la reina de las tramas. Porque una cosa es que alguien te sea infiel y otra -parecida, pero con agravante- es que te tome por tonta. Esto era un ataque al orgullo y una deshonra pública máxima.

La Christie agarró el Morris llena de ira y empezó a conducir sin rumbo y descontrolada, con la intención de cometer el crimen perfecto: suicidarse en un accidente simulado, estampando su coche. Pegó un acelerón y salió de la carretera con un volantazo, preparada para morir estrellada contra un árbol, pero...

El Morris viró bruscamente rozando apenas el árbol y derrapando en una zanja, en la que luego se encontró. Agatha salió de su auto con un par de rasguños y un cambio de planes.

¿Cómo que matarse? ¿Cómo que quitarse de en medio? ¿Qué ganaba ella con eso? Absolutamente nada, y además supondría darle la excusa perfecta a su marido para llevar a cabo sus planes y poder irse de rositas sin tener que pasar por el engorro de divorciarse.

“One does not simply cheat on Agatha Christie”
Era mucho mejor ponerlo en un aprieto, desapareciendo de la luz pública y haciéndole así parecer el principal sospechoso, una vez que quedaran destapadas sus vergüenzas. El divorcio le iba a costar caro a Archie… Y ya se podía olvidar de ese fin de semana de picos pardos. Aquí la única que se iba a ir de vacaciones una temporada era Agatha. A un spa, concretamente.

Decidió autorregalarse una buena escapada en el hotel-balneario de Harrogate bailando, cantando, tocando el piano, socializando y olvidándose del desgraciado de su marido durante 11 días que a Archie se le hicieron una eternidad. Según algunos testigos del alojamiento, la Christie llegó incluso a leer con curiosidad las noticias sobre su propia desaparición, admitiendo su parecido físico, pero sin hacer sospechar que realmente era ella misma. Si no estaba loca, desde luego, se hacía la loca.

Se dice, se cuenta, se rumorea… que cuando un músico del hotel alertó a la policía de que una de las huéspedes del alojamiento podía muy bien tratarse de la autora, y su marido acudió con ellos hasta allí para tratar de reconocerla, la pelirroja bajó las escaleras de la recepción sosteniendole la mirada, cruzó la estancia y extendió la mano al coronel, como si se presentase por primera vez:

“Hola, me llamo Neele. Señorita Nancy Neele.”

A esto en España se le llama un ZASCA. Pero para el médico y escritor británico Andrew Norman se trata de una rara clase de amnesia denominada “estado de fuga”. Según Norman, el comportamiento de la escritora responde a un raro trance amnésico generado por un trauma o una depresión definido en el  Manual Merck de información médica como “uno o más episodios de amnesia en que la incapacidad de recordar algunos o todos los eventos pasados, y también la pérdida de identidad o la formación de una nueva identidad, ocurren cuando de repente e inesperadamente se viaja con un propósito fuera de casa”. 

Por otro lado, otro investigador apunta a que dos años antes, Agatha había escrito una novela en la que una mujer fingía amnesia. 


¿Amnesia o sed de venganza? Nunca sabremos toda la verdad. 
Pero creo que sabemos qué versión preferimos… 

Y seguro no es la más aburrida.

Gracias a la NEPTUNITA del mes: Olimpia Muñoz.




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