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DIARIO DE VIAJE: Una vuelta por Salta

9:04 p.m. Unknown 0 Comentarios Categoría :


Tras haber finalizado el paseo a las ruinas de los Quilmes nos dirigimos hacia la ruta donde nos habían dicho, pasaba un micro que nos llevaría hasta Cafayate, Salta. Es un lugar muy bello. Nos hospedamos en un camping llamado “El algarrobal” que se encontraba sobre la ruta 40 aproximadamente a 1 kilómetro de la plaza central. El costo, $20 por persona, era promocional dado que se había inaugurado recientemente y, esto es una apreciación personal, las condiciones de los baños dejaban bastante que desear. Se deja entrever que el lugar está preparado para el turismo, desde el estado de la plaza central hasta como están dispuestos los distintos locales que la rodean. Es una localidad que se destaca por la producción de vinos. Los viñedos hacen del paisaje una postal inolvidable. Este interlocutor recomienda que le den una oportunidad al torrontés de la bodega Domingo Hermanos.

Tuvimos la oportunidad de realizar dos excursiones durante nuestra estadía. El recorrido de las siete cascadas, cuyo costo fue de $100, consiste en una caminata por zona montañosa guiada por un guía oriundo de la zona. Opino que nadie debería dejar de hacerlo. Durante la caminata se atraviesan arroyos saltando entre las piedras, se camina por cornisas donde te encontras encajonado por la montaña. Si bien como dije al principio hay siete cascadas solo se pueden observar dos o tres dependiendo el recorrido que elija el grupo. En nuestro caso particular hicimos la primera y la cuarta.  Después de varias horas de caminata arribamos al destino en el cual podríamos sumergirnos debajo de la cascada. Si bien el agua estaba congelada hacia demasiado calor y era demasiado tentadora la oportunidad de ser masajeado por esa columna de agua como para dejarla pasar. Disfrutamos unos momentos de la belleza y tranquilidad del paisaje antes de emprender la vuelta.


Previo a continuar nuestra ruta decidimos realizar otro paseo que ofrece Cafayate, La quebrada de las conchas. Como ya estaba decidido que el próximo destino sería Alemanía, un pueblo situado entre Cafayate y Salta capital, arreglamos para realizar el paseo antes mencionado y además que nos lleven hasta Alemanía. Esta travesía nos costaría la módica suma de $130 por persona. La quebrada de las conchas consiste en un recorrido a través de la ruta en la que se realizan dos o tres paradas dependiendo de la buena onda del chofer. La primera parada fue en “Los castillos”, son montañas que han sido erosionadas por el agua y el viento dando como resultado que en las laderas se puedan apreciar formas similares a murallas de castillos antiguos. Realmente sorprendente el poder de los fenómenos naturales más simples.

La segunda parada fue en “El anfiteatro”. El fenómeno de su formación es básicamente el mismo que en el caso anterior pero en este caso la naturaleza decidió meterse con la acústica dando lugar a un anfiteatro natural. No sólo es imponente su tamaño sino que además puede apreciarse algunos locales haciendo un poco de música.


Tuvimos la fortuna de poder realizar una tercera parada en “La garganta del diablo”. Es un escenario realmente imponente, resultado de miles y miles de años de acción del agua y el viento.


Finalmente continuamos viaje hasta Alemanía. Si, a pesar de que a mí también me pone un poco nervioso el hecho de que tenga tilde en la i, aparentemente es la forma correcta de nombrar dicho sitio. Al bajar de los autos sobre la ruta se emprende una breve caminata, que consiste en cruzar un puente, para encontrarse con un pequeño poblado que consiste básicamente en una única calle, una estación de tren abandonada y refaccionada que oficia de despensa y unos galpones en los cuales se puede conseguir algo de fruta y verdura.


Habitan sólo quince familias, hay una escuela desde mediado de la década del noventa y tiene el encanto de aquellos lugares donde no hay contaminación visual o auditiva. Mientras caminamos la calle hacia la orilla del río, donde se puede acampar libremente, pudimos apreciar caballos y vacas pastando. Otro paisaje imperdible es el que proporciona la vía, por la que no pasa ningún tren desde hace cuarenta años, respaldada por las imponentes sierras. 


Si tienen la misma suerte que nosotros podrán disfrutar de al menos una noche en la que el cielo esté despejado. En ese caso, recomiendo enfáticamente que tomen algún dispositivo que sirva para iluminar su camino ya que una vez que oscurece no se cuenta con tendido eléctrico, y se dirijan hacia el costado de la ruta. Allí todo lo que hay que hacer es recostarse y disfrutar del cielo estrellado más increíble que haya visto en mi vida. Se aprecia cada detalle. Además, lo hace aún más bello el contraste generado por la montaña que se encuentra inmediatamente cruzando la ruta, la cual a esta altura de la noche parece más bien una inmensa pared negra que se nos podría venir encima en cualquier momento.

Me veo obligado a comentar que siguiendo el río, por lo que nos dijeron a unas tres horas de caminata se llega a una cascada muy pintoresca. Está claro que nosotros sólo llegamos hasta una pequeña olla que se encontraba a unos veinte minutos de caminata. Sin embargo, son libres de averiguar cuanto gusten al respecto.

Dado que ya me he extendido más de lo que me gustaría, debo dejar la capital de esta maravillosa provincia para otra ocasión. Espero que encuentren útil la información proporcionada y, para aquellos que todavía no han tenido la oportunidad de visitar estos lugares, al menos por un momento los haya podido transportar conmigo. Viajen, es la mejor forma de enriquecerse y descubrirse a uno mismo. Hasta la próxima.

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