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Esa eterna de vivir

9:31 p.m. Unknown 0 Comentarios Categoría :


Los jueves continúan sucediéndose. En esta oportunidad seleccioné para  compartir dos escritos realizados por mí. Simplemente los invito a la lectura.

I)

De pie. Comenzaba a caer el sol. La mirada perdida en el horizonte. En ese punto mucho más lejano de lo que parece, donde el cielo se une con el mar. La brisa cálida. Ha provocado que sus pies se encuentren apenas cubiertos por unos granos de arena. El ambiente tiene su propia musicalización. El romper de las olas, el silbido del viento. Le parece haberlo heredado de su padre. Me refiero a ese gusto por la playa, observar desde la orilla. Esa línea donde por momentos los pies se humedecen. Recuerda haber compartido escenas parecidas en más de una oportunidad. En ocasiones, la compañía permitía una charla. Otras veces, simplemente se mantenían en silencio. Da gusto compartir situaciones con personas que aprecian el valor del silencio. Era de esos cómodos, donde sabían que no era necesario romperlo. Más aún, era parte de la conversación que permitía el disfrute. Recuerdos que lo remitían a su adolescencia. El advenimiento de sentimientos. Memorias agradables. Sin embargo, no podía evitar la melancolía. Era algo que llevaba con él y tampoco le apetecía perderla. Esa sensación en el estómago. El escalofrío que alcanza hasta la punta de sus dedos. Le resultaba extrañamente encantador. En definitiva, es parte de su persona. Con lo bueno y lo malo, los defectos y las virtudes. De a ratos daba medio giro. Se balanceaba ligeramente llevando el peso a los talones. Solo se alcanzaba a ver la mitad del sol sobre los pequeños médanos. El cielo se debatía entre el naranja y el violeta. Es rara la sensación de haberse alejado. Probablemente ese sea el motivo de que los recuerdos y la melancolía lo invadan. Extraña las charlas y los silencios de su padre. Extraña sentarse, con la mirada cansina, tomar algo mientras su madre habla sin cesar sobre sus cosas. Extraña el juego con el niño. Extraña los limones que en invierno da el árbol del patio. Extraña el sonido a metal en las noches ventosas. Extraña el té mientras mira por la ventana como la lluvia gotea sobre el limonero. Extraña la reflexión de ese momento en el cual se da cuenta que no es feliz. Extraña la decisión que lo llevó al preciso punto donde está ahora. Otro medio giro. Extraña el arrepentimiento que no logra conciliar. Extraña todo y nada. Extraña todo el tiempo y de a ratos. Extraña las caminatas por la playa. Extraña poder detenerse.

II)

Quisiera susurrártelo en el oído
Hacerte cosquillas con mi vello
Posar mi mano en tu pierna
Que sueltes tu risa
Esa natural, espontánea, encantadora
Esa cuando tiras la cabeza ligeramente hacia atrás, achinas la mirada y mostras los dientes.
Quisiera verte otra vez a los ojos
Mientras vos te perdes en los míos
Recostados, enfrentados
Besarte la nariz
Disfrutar de tu calma
Quisiera una de esas tardes en la playa
El mate lavado
La caminata en la arena
El bosque cercano
Quisiera poder detenerme
En ese preciso instante
En el que creía ser feliz
Sin más que una persona
Que creía amarme y creía amar
Quisiera haberme ahorrado el sufrimiento
Disfrutar de los silencios
Elegido las peleas
Tomado decisiones a tiempo
Quisiera sentir la arena en mi espalda
Tu panza sobre la mía
Rodearte con mis brazos
Susurrártelo al oído
Quisiera no haber crecido
Aletargado ese momento
Evitarme el dolor
Mantenerme intocable
Quisiera haber sufrido
Transitar el pesar
Sentir la apatía
El desasosiego
Quisiera haberte acompañado
Que me importaran tus problemas
Hacer un esfuerzo por comprender
Más no ser vencido por el sueño
Quisiera no haber notado tu superficialidad
La falta de pasión
El vacío del alma
Tus razonamientos absurdos
Quisiera haberme entregado al sentimiento
Compartir el placer de una risa
La suavidad de una caricia
El calor de un abrazo
Quisiera haberte conocido

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