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La Otra Parte de Nuestra Infancia

6:16 a.m. santi varde 0 Comentarios Categoría : , ,


Hace un par de meses se estrenó en cines la exitosa y polémica Ready Player One (que en realidad de polémica no tiene mucho, pero se armó quilombo igual porque hoy en día a la gente en internet le gusta pelearse por todo). La película, plagada de referencias a los ochentas, marcó una nueva cima en la aparentemente interminable montaña de la explotación retro. Y, como bien se vanagloriaba el estudio que la produjo, Ready Player One contó con el agregado de haber sido dirigida por Steven Spielberg, una persona que como director y productor forjó gran parte de la cultura pop -y pop corn- cinematográfica ochentera y noventera que hoy tanto añoramos.

Por supuesto que eso es cierto. Pero, lo que la mayoría no se acuerda es que, a través Amblin, también produjo en los 90s varias series de dibujos animados totalmente desquiciadas, donde la autoparodia, los chistes políticos, las referencias cinéfilas y las roturas constante de la cuarta pared estaban a la orden del día.

En un acto de reivindicación generacional, hoy vamos a recordar brevemente cuatro de esos programas, que supieron anticipar la moda de dibujos-para-chicos-que-le gustan-a-los-adultos porque-son-flasheros, a la que se subieron shows posteriores como Bob Esponja y Hora de Aventuras.


TINY TOON ADVENTURES (1990-1994)



Los Tiny Toons -como los conocíamos en Argentina cuando los pasaba Canal 2- fueron creados a fines de los 80s por Tom Ruegger, un nombre que van a ver muchas veces en este post. Entre sus filas, contó con ex-miembros de Saturday Night Live y con guionistas como Paul Dini, que más tarde sería una de las mentes detrás de Batman: The Animated Series.

La historia era una actualización de los clásicos Looney Toons de Warner Bros., en la que se veía a la siguiente generación de dibujos animados estudiando en una universidad para caricaturas.  Así encontramos entre los protagonistas a los sobrinos de Bugs Bunny, El Pato Lucas o Porky, por ejemplo.

A diferencia de los originales, esta generación reflejaba más el estilo de vida de los jóvenes de los 90s, incluía comentarios sociales y tenía lugar para parodias a películas clásicas, como Ciudadano Kane, ¿Quién engañó a Roger Rabbit? y La Masacre de Texas, entre otras.

El programa llegó incluso darse el lujo de mostrar a los personajes cuestionando los cánones establecidos, como en el episodio en el que el nuevo Demonio de Tasmania se pregunta por qué tienen que perseguir al conejo, si después de todo es su amigo.

La serie contaría con tres temporadas y un par de especiales. A lo largo de ellos llegaría a introducir personajes que tendrían más recorrido, como Elmyra, la chica fanática de los animales. Pero al cabo de cuatro años, el show sería dejado de lado, ya que el equipo quería enfocarse en otra joya.




ANIMANIACS (1993-1998)



La segunda creación de Ruegger junto a Amblin y Warner sería un poco más caótica todavía. Introduciendo una enorme galería de personajes y cortos recurrentes en un lapso de media hora. El show tenía un ritmo frenético.

Los protagonistas principales eran un trío hermanos creados por Warner. Estaban tan locos que la compañía decidió encerrarlos en el icónico tanque de agua del estudio. Al inicio de los capítulos, usualmente los personajes huían y eran perseguidos por un guardia de seguridad y una enfermera sexy, a los que los dos hermanos varones saludaban con un babosísimo “hola enfermera” cada vez que la veían.
El humor no-tan-para-chicos de la serie queda patente desde la presentación del programa, cuando en una escena los personajes sacan un contrato mientras cantan que “nos pagan sin trabajar”

Pero, tal vez lo más recordado de la serie sea su galería de personajes secundarios. Una ardilla vieja, amargada y -implícitamente- algo alcohólica. Un grupo de palomos mafiosos, con apariciones recurrentes de una parodia al Don Corleone de Marlon Brando. Y hasta sketches históricos, en los que todos esperan la aparición de una personalidad de importancia, que resulta ser... un gallo disfrazado de ser humano.

Animaniacs tuvo sus buenas cinco temporadas. Pero tal vez su mayor logro fue lanzar una sección que cobró una popularidad enorme y terminó convirtiéndose en uno de los mejores shows de la época.



PINKY Y CEREBRO (1996-1999)



Nacido como un spin-off de Animaniacs, Pinky y Cerebro seguía las aventuras de dos ratones de laboratorio que todas las noches intentan conquistar el mundo. Por un lado está Cerebro, el ratón que, como resultado de los experimentos, se convirtió en un super genio. Por el otro está Pinky, que como bien decía la canción en castellano “no está cuerdo”. Como es predecible, Cerebro es el de los grandes y complicados planes, mientras que Pinky es el encargado de cometer una y otra vez los errores que van a hacer que los planes fracasen.

Este probablemente sea el título más recordado del listado y con razón. Ya de entrada, la premisa de dos ratones de laboratorio que todas las noches intentan conquistar el mundo es una idea magistral. A eso se suma un brillante uso del humor, que mezcla el slapstick, los one liners metidos con guante,  la dinámica “pareja dispareja” que hay entre sus personajes, las referencias a momentos y personajes históricos y hasta a personalidades populares de la actualidad.

Según Pinky y Cerebro, Bill Gates es en realidad un robot controlado por un hamster super inteligente.

Después de tres temporadas, la gente de Warner decidió darle una lavada de cara al programa y lanzó la que sería su última temporada, pero como Pinky, Elmyra y Cerebro. En esta vuelta de tuerca, los ratones eran rescatados de la calle por la insufrible amante de los animales.

El nuevo cruce de personajes, en mi opinión, era una muy buena idea y los guionistas del programa supieron explotar muy bien la nueva dinámica que se generó entre los tres. Por desgracia los ratings no acompañaron y el show fue cancelado poco después del cambio.



FENOMENOIDE (1995-1997)



Freakazoid! -Fenomenoide en castellano- fue creado por Paul Dini y Bruce Timm, los mismos de la gran serie animada de Batman, aunque el desarrollo estuvo a cargo de Tom Ruegger.

La historia sigue a Dexter, un nerd que por un error de un chip de computadora absorbe todo el conocimiento de internet, convirtiéndose así en Fenomenoide, un superhéroe que está totalmente loco.

Con un formato similar a Animaniacs, que en veinte minutos insertaba varias historias diferentes, este experimento de dos temporadas fue el que llevó más lejos todas las cosas con las que venían jugando en los otros programas. A las parodias de películas como E.T. o El Padrino y la aparición continua de personajes públicos -Lady Di, Clinton, el propio Spielberg- se suman tramas y secciones disparatadas, que no temen romper la cuarta pared de forma constante.

Entre las cosas más memorables, se encuentran ejemplos como llamar a un asistente de producción del programa para que les traiga la llave de una celda y así poder escapar. O hacer que un personaje repita una escena porque dicen que no está actuando lo suficientemente bien. Hasta pararon en seco una persecución a un villano, porque Fenomenoide se olvidó como era el final del capitulo.

Mención aparte merece el episodio de relax-o-vision, donde un psicólogo explica al comienzo que, como parte de un experimento, todas las escenas de “violencia” serán reemplazadas por imágenes relajantes, como peces nadando o campos de flores,  ¿Por qué hacían esto? Porque podían.

Al finalizar su segunda temporada en 1997, Warner decidió no renovar para una tercera, porque a pesar de que el programa tenía buen rating, era demasiado caro. Desde entonces, en Estados Unidos ha ganado seguidores hasta convertirse en un programa de culto. En mi opinión, de forma más que merecida.



De Yapa, un pequeño clip con uno de mis momentos favoritos de estos personajes.



FIRMA: Alcalde Goldie Wilson
(puede seeeeeeer...)

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