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Tipos que merecen ser leyenda Vol. 1: Joe Meek y su máquina para escuchar muertos

1:30 p.m. santi varde 0 Comentarios Categoría : , , , , ,



En el año 1965 Joe Meek, hasta entonces uno de los productores discográficos más vanguardistas de Inglaterra, instaló en el patio trasero de su casa una consola de sonido. Su objetivo era comprobar una teoría: captando la frecuencia correcta, la maquina iba a poder grabar las voces de los muertos que llegaban desde el más allá.

Esta fue solo una de las tantas “excentricidades” -a.k.a. rayes- que tuvo este hombre en su paso por éste mundo De hecho, la vida de este tipo es tan interesante que es difícil entender por qué no se convirtió en leyenda.

PARLANTE DEL NUEVO MUNDO
Antes de todo Joe Meek fue un productor, uno muy bueno. Si bien su carrera comenzó cómo operador de radio, al poco tiempo se dio cuenta que su pasión por el sonido iba más para el lado de la música. Con tan solo 25 años empezó a grabar y producir a varias bandas de jazz y antes de los 30 fundó su propio sello Triumph Records, donde alcanzaría el pico de su talento. Desde su estudio en 304 Holloway Road fue el responsable detrás del éxito de muchos artistas pop, surf y proto-beatle. Entre 1958 y 1963 logró hits con bandas que hoy casi nadie registra, cómo Humpry Leyttelton, Michael Cox, John Leyton, The Honeycombs y Los Tornados (¿Esta última por ahí le suena a alguien?). Pero su capacidad iba mucho más allá de producir discos exitosos. Meek fue un pionero: inventó técnicas de microfoneo que se usan hasta hoy, fue uno de los primeros en lograr una línea directa de amplificación para bajos que sonase cómo la gente y se le atribuyen incluso la invención de efectos que hoy en día son comunes, cómo distintos tipos de ecos, el reverb y el sampleo (que según a quién le preguntes es lo peor o lo mejor que dio al mundo). Por eso todas las bandas que trabajaban con él alcanzaban un sonido espacial, casi indescifrable, que con el tiempo se convirtió en su firma.

      El sonido de Meek se adelantó 20 años a la 
           música electrónica (en tu cara Giorgio Modorer)
También se destacó cómo autor, a pesar de no tocar ningún instrumento y no saber nada sobre teoría musical. Escribió canciones para varias películas, trabajando con sesionistas de lujo cómo Tom Jones, Ritchie Blackmore, Jimmy Page y Mitch Mitchell. En 1959 concibió su obra maestra, “I Hear a New World” probablemente uno de los discos más avanzados a su época que jamás haya existido. Con momentos psicodélicos que no se verían hasta dentro de varios años después, cuando los Beatles comenzaron a experimentar con nuevos sonidos (y con LSD). O con pasajes que parecen sacados de la música electrónica -hechos increíblemente en forma analógica- que nadie imitaría hasta findes los ‘70s con la llegada del sintetizador. Todo esto lo mezcló con recursos bastante comunes en la época, como voces aceleradas -lease ardillitas- y arreglos con cierto aire country, en un intento por hacerlo un poco más “comercial”, para que el público en general lo aceptase. Quien sabe en qué habría terminado el disco si no le hubiesen preocupado las ventas...

DEPRESIÓN Y LOCURA EN LONDRES
A mediados de los ‘60s las particularidades de la personalidad de Meek empezaron a acentuarse. Se volvió paranoico, creía que Decca Reords le había puesto micrófonos en su casa para espiarlo y robarle sus ideas. En ese mambo llego a mandar a la mierda al mismísimo Phil Spector, uno de los tipos más jodidos de esa época, acusándolo de ladrón.

También se obsesionó con la vida después de la muerte. Llenó su casa de cintas con grabaciones en las que se podían oír maullidos de gatos y ladridos de perros, y que según él eran las voces de los muertos pidiendo ayudas. Además aseguraba que Buddy Holly venía a visitarlo en sus sueños, trayendo mensajes desde el más allá.         

  Aunque hoy en día suene a algo sacado de "El
       Profesor Patagónico", para su época Telstarfue un 
pródigio del sonido
Cómo si no fuera suficiente con la locura, Meek comenzó a tener problemas por ser gay, en una época en la que no era fácil serlo. No solo lo extorsionaron personas de su propio círculo íntimo, que amenazaban con revelar su secreto, sino que además llegó a ser perseguido y multado por la policía, porque en un descuido cometió el acto “inmoral” de besar a un hombre en público.

A este coctel se sumaron los problemas financieros. En una serie de pifies importantes rechazó contratar a futura estrellas cómo Rod Stewart y David Bowie e incluso aconsejó a Brian Epstein que no contratase a los Beatles, porque no eran más que “unos pibes ruidosos”. Parece que el Gurú del sonido no supo ver lo que se venía y esa falta de visión provocó el sello se viniera a pique. Llevaba más de dos años si sacar un disco que fuese un hit y para colmo había recibido una demanda de un francés que decía que “Telstar”, una canción que compuso para Los Tornados, era un plagio. Esto fue un golpe importante al bolsillo si se tiene en cuenta que no pudo cobrar regalías por un disco que llegó a vender más de 5 millones de copias en todo el mundo. 

Esa serie de trompadas de la vida en medio de la cara hizo que cayera en un profundo pozo depresivo. Y si hay dos cosas que cuando se combinan jamás terminan bien son la locura y la depresión. 
 Sandía con vino, otra combinación
                  que tampoco 
suele terminar muy bien


CUANDO ALGUIEN SE MUERE DE GOLPE SON TODOS FANÁTICOS...
El final su vida fue tan ruidoso y particular cómo los discos que producía. El 3 de Febrero del año 1967 un Meek de 37 años desempolvó una vieja escopeta que tenía guardada abajo de la cama. Se la había confiscado al bajista de Los Tornados, porque le parecía aborrecible su práctica de salir a dispararle a los pájaros en los ratos libres entre sesiones de grabación. Le cargó balas, caminó hasta la cocina y le disparó a su ama de llaves, matándola en el acto. Después apuntó la escopeta contra sí mismo y se suicidó.

Como suele pasar, años después de su muerte Meek tuvo mayor reconocimiento. Se creó un premio con su nombre destinado a reconocer a los productores sobresalientes - fue ganado por tipos cómo Brian Eno- e incluso figuró en algunos rankings cómo uno de los mejores productores de la historia.

Pero por alguna razón jamás tuvo el reconocimiento popular que tuvieron algunos de sus contemporáneos cómo Spector, Oldham o George Martin. Probablemente sea porque, a diferencia de ellos, él tomó la decisión de no trabajar con las bandas inglesas que terminarían por conquistar el mundo en la década del ‘60. Al parecer Joe Meek estuvo en el lugar indicado en el momento indicado, pero lo que escuchó en su nuevo mundo provocó que hiciese oídos sordos a lo que estaba pasando en éste.


FIRMA: Alcalde Goldie Wilson
                                                                                                                                      (me gusta ese título)

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