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Hacha, tiza y mostrador

11:54 p.m. Unknown 0 Comentarios Categoría :


Viene de “De la ciudad de Montevideo


Hace allá lejos y hace tiempo (el mes pasado), había empezado a contar un poco lo que se puede hacer en la ciudad de Montevideo durante un fin de semana largo. Aprovechando para recorrer pero también para descansar, que no sea una de esas instancias en las que se vuelve más cansado de lo que estabas antes de partir.

Después de haber visitado el Parque Rodó volvimos para el hostel para descansar un poco, bañarnos y  comer algo. Al día siguiente tomamos el desayuno y salimos para la feria de Tristán Narvaja, un clásico en los domingos montevideanos. La feria empieza en 18 de julio y Tristán Narvaja y son unas cuantas manzanas llenas de puestos. Acá se puede encontrar de todo, mates, ropa, accesorios para el celular, algún que otro grupo tocando música. Si bien no es de lo más pintoresco, tuvimos fe y recorrimos bastante. Lo suficiente como para comprar un mate y encontrarnos con algunos puestos que vendían antigüedades, entre las que había una pelota de fútbol de gajos y botines muy viejos. 
Volvimos al hostel para almorzar, recargamos energías y decidimos arrancar en dirección a Pocitos. Hicimos la caminata por Boulevard España que desemboca en playa Pocitos. Son alrededor de 20 cuadras que regalan vistas de algunas casas pintorescas, se ve la facultad de arquitectura, diseño y urbanismo, y finalmente se empieza a sentir que nos acercamos a la costa por el viento y el descenso de temperatura de las cuadras previas. En esa altura la avenida que bordea el río se parece mucho a la Av. Peralta Ramos, la costanera de Mar del Plata. A un lado vemos la playa, el río (o mar en caso de Mardel) y al otro lado se observan edificios altos. Recomiendo tomarse unos minutos, sentarse tanto en la arena como a la altura de la rambla y contemplar un rato lo que esta parada tiene para ofrecernos.

Playa Pocitos
De frente al río si se continua para el lado izquierdo, se puede ir para la zona de Carrasco (por lo que tengo entendido una parte bastante cheta de la ciudad). En nuestro caso, como eso implicaba alejarnos aún más de nuestro hospedaje y estaba empezando a caer el sol, fuimos para la derecha. Este tramo de la rambla es el que une playa Pocitos con playa Ramírez (frente al Parque Rodó). Debo decir que en esta caminata vimos uno de los atardeceres más lindo de los que haya visto en mi vida. La verdad es que no tiene mucho sentido que me ponga a describirlo, por eso dejo la foto que sigue. Por este camino también nos encontramos con un memorial del Holocausto.

Nada, eso...
Dado que era un domingo común y corriente en la ciudad de Montevideo, por la noche estaba todo bastante tranquilo. Fuimos a comer a Bar Rodó, un bar ubicado sobre Bvd. España, a pocas cuadras del hostel.  Es un lugar agradable, tiene una oferta gastronómica que está bien si te gusta picar algo, algunas hamburguesas copadas, muy buenas papas con distintas cosas arriba. También ofrece tragos, varias de las cervezas clásicas que se pueden conseguir en Uruguay (Pilsen, Patricia, Zillertal), nosotros probamos la grapa miel y la verdad que es totalmente recomendable. Estaba tentado de comer helado, pero cuando le pregunté a la moza si podía conseguir alguna heladería abierta me miró con cara rara y me pareció mejor desistir.
El lunes los amigos de Colonia express nos retrasaron el barco de vuelta (lo que imagino no le provoca ninguna sorpresa al lector) y eso nos dejaba tiempo para hacer lo que quisiéramos hasta las 17hs. Dado que entre los viajantes estaba mi amigo Diego, encaramos para el estadio Centenario, el primer estadio mundialista de la región. Por la suma de algo así como $150 uruguayos se accede al museo y también se puede salir a la tribuna.

Monumetno del fútbol mundial bo
Hay algunas cosas dignas de ver, como la camiseta del Diego, la que uso Pelé en el mundial del 50', infinidad de indumentarias de la primera mitad del siglo XX y también algunas cosas ladri como la puerta de la primer sede de la asociación uruguaya de fútbol o algo por el estilo. Es una puerta de madera que está muy buena, pero conceptualmente es ladri. Vale la pena definitivamente sentarse un rato en la tribuna y sentirse parte del lugar.

Bandera que acompañó a los jugadores uruguayos en los juegos olímpicos de París 1924 donde ganaron la medalla dorada
Como Diego simpatiza con el Nacional y estábamos cerca, también fuimos al Gran Parque Central. Nos recibieron con muy bien, dejándonos entrar a la platea del estadio sin ningún tipo de supervisión. Ahí nos sentamos un rato a charlar con Gardel y descansar antes de emprender la vuelta hacia el hostel, para finalmente enfrentar lo inevitable, el viaje con Colonia express.

Carlitos plateista
Acá termina mi recorrido por Montevideo. Espero que en estas breves palabras les haya contagiado un poco todo lo que me gusta la ciudad y ojalá puedan darse una vuelta. Hasta el mes que viene. 

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