Harmony Clean Flat Responsive WordPress Blog Theme

Música Para Reír

2:46 p.m. santi varde 0 Comentarios Categoría : ,


La relación entre la música y la comedia es casi tan antigua como los dos elementos que la componen. Desde las obras de teatro griegas, pasando por los juglares de la edad media y las operetas del siglo XVIII, hasta llegar a las décadas doradas de las comedias musicales en el cine entre los 30s y los 60s. Las formas de esta combinación han ido cambiando y encontrando nuevos medios para funcionar.

Hoy en día todos estamos muy familiarizados con alguna de estas variantes. Ya sea un grupo que hace canciones “en joda” de forma más o menos sofisticada -en un espectro que va de Mi Da Chi a Les Luthiers, ponele- o a través del ya gastadísimo recurso de cambiarle la letra a una canción. Incluso, podemos encontrar variantes más centradas en la parte física, donde la música acompaña alguna coreografía o situación cómica, al mejor estilo Benny Hill o como en la mítica escena de baile en la tercera entrega de Naked Gun (1994).

Pero hay otras veces, que la música puede hacer reír sin necesidad de una letra o una coreografía ridícula. Puede ser una canción normal, incluso una buena, pero la forma o el contexto en que se usa puede lograr sacarnos una carcajada sin necesidad de más.

Esto es mucho más difícil de lograr y por eso los casos no abundan. Sin embargo, gracias a la incesante cruzada de los miembros de Expreso a Neptuno por acumular datos inútiles, les dejamos a continuación algunos ejemplos de las veces que funcionó muy pero muy bien.


KMKYWAP - EL MEDLEY DE ABBA



Knowing me knowing you… with Alan Partridge fue un show de apenas siete capítulos que se emitió en la BBC durante 1994. Era una parodia bastante extrema del formato talkshow centrado en la figura de Alan Partridge, personaje creado y encarnado por el famoso comediante inglés Steve Coogan.

A lo largo de la serie vemos al conductor, un tipo bastante bruto, torpe y -en varios tramos- desagradable, entrevistar a una galería de personajes extraños e introducir ridículas secciones nuevas en el programa.

En el tercer capítulo de la serie, la invitada es la cantante ficticia Gina Langland, con la que el presentador decide hacer un medley de canciones de Abba, banda que lo obsesiona y cuya música atraviesa toda la serie como un chiste recurrente.

El mérito del número musical es que logra ser muy gracioso a partir de los detalles. No hay nada ridículo de base en él. Es más, da la sensación en todo momento de que es algo bien trabajado. Agrupa varias de las canciones más famosas del grupo sueco y las combina de forma armónica y hasta inteligente. También busca una interacción dinámica entre las dos personas que lo cantan.


La idea de que alguien haya puesto esfuerzo en todo eso, potencia el efecto cómico cuando Steve Coogan entra para arruinarlo con su performance. Otra vez, sin caer en excesos, son pequeñas cosas las que va metiendo, como la interacción aparatosa que intenta ser casual al comienzo; la forma en la que baila, como alguien que se sabe muy bien la coreografía, pero que no tienen gracia para ejecutarla; los efectos visuales berretas que usan, pero que son muy de la televisión de esa época; o incluso el detalle hermoso de que le toque cantar a él cantar la de “give me a man after midnight”, parte que ejecuta con la seguridad de quién se cree un gran cantante.

Todo esto, hace de esos casi cuatro minutos, algo que vale la pena ver más de una vez.


THE OFFICE (UK) - FREE LOVE FREEWAY



El segundo ejemplo de la lista lo encontramos en la serie original de The Office, protagonizada por Ricky Gervais. No es raro que a lo largo de su corta existencia el programa haya tenido varios momentos musicales, después de todo Gervais fue parte del grupo New Wave Seona Dancing durante los 80s.

Antes de entrar en el caso concreto, es importante aclarar un detalle. David Brent, el protagonista de The Office, tiene muy poco que ver con su más famosa contraparte yankee Michael Scott (Steve Carell). Brent acumula todas las bajezas posibles que uno puede encontrar en una persona. Es egoísta, egocéntrico, cobarde, soberbio, inseguro, manipulador, torpe y mentiroso. De hecho, en los únicos momentos que se puede sentir lástima por él no es porque nos dé empatía, sino por lo patético que resulta.

Parte de esa personalidad se muestra en el episodio cuatro, cuando un asesor externo viene a darles un curso sobre cómo cuidar a los clientes. Brent, después de interrumpir varias veces, desvía la conversación al tema de la música y termina convirtiendo la formación en una especie de concierto personal.


Hay varios detalles que hacen de la secuencia algo genial. Entre ellos está las aclaraciones constantes respecto a las letras de las canciones, las expresiones de los personajes (que van de la admiración a la burla y del horror al aburrimiento) y, por supuesto, la forma en que Gareth - el chupamedias número uno- por momentos se emociona, haciendo que David Brent se motive más todavía.

Y, desde luego, esta sensación de constante incomodidad que genera la situación, la que no se acalla aún cuando las canciones -objetivamente hablando- no están mal.

Es ese detalle lo que caracteriza a la serie británica, en la que el protagonista rara vez hace algo inapropiado, pero está constantemente haciendo cosas desubicadas.




MAN TO MAN WITH DEAN LEARNER - MERRIMAN WEIR



En 2006 llegó a la televisión Man To Man With Dean Learner, un programa de entrevistas creado por la misma dupla que dos años antes había hecho la maravillosa Garth Marenghi’s Darkplace: Matthew Holness y un Richard Ayoade a punto de convertirse en el inmortal Moss de IT Crowd.

Dean Learner, conocido de la anterior serie por ser el editor de Garth Marenghi, es un millonario bastante inescrupuloso, con intereses en todas las ramas del entretenimiento. A lo largo del show entrevista a escritores, músicos, actores y deportistas, todos interpretados por Matthew Holness.

En el cuarto episodio le toca el turno a Merriman Weir, una leyenda de la música folk con más de 30 años de carrera, que decide hacer su primera aparición televisiva en el programa de Learner.


Lo que mete a este personaje en la lista es el set acústico que ejecuta Matthew Holness al comienzo del episodio. Lo primero que sorprende ahí, es el cuidado con el que está armado el personaje de Weir. Son canciones bien tocadas, bien cantadas y que se inscriben perfectamente dentro del sonido del folk tradicional.

Todo lo ridículo se arma- una vez más, al mejor estilo inglés- a partir de detalles bobos. Como el momento incómodo en el que el músico tarda en afinar la guitarra, la cantidad innecesaria de veces que repite un arreglo antes de empezar a cantar o cuando entra a cantar fuera de tono, porque se olvidó de mover el transporte. A eso hay que sumar, en honor a la verdad, alguna letra graciosa.

Al margen de esto, recomiendo ver el episodio completo, con una graciosa entrevista y un inolvidable videoclip

Llegados a este tercer y último ejemplo, los más observadores se habrán dado cuenta de que todos salen de series inglesas. ¿Será tal vez porque los ingleses manejan el código del humor con una sutileza y una elegancia única? ¿Será tal vez porque se me ocurrieron más ejemplos, pero no encontré el video en You Tube? ¿O será que sencillamente que me dio paja pensar y dije "ya fue, con tres alcanza"?

Esta y más interrogantes, no serán contestados en la próxima edición de Expreso a Neptuno. 


FIRMA: Alcalde Goldie Wilson
(Progreso es mi lema!)

0 comentarios