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¿Tan mala que es buena?

7:36 p.m. santi varde 0 Comentarios Categoría : ,


La semana pasada llegó a los cines The Disaster Artist. La película, protagonizada por los hermanos James y Dave Franco, cuenta la historia del rodaje de The Room (2003) el film escrito, dirigido y protagonizado por Tommy Wiseau que se convirtió en un film de culto. Su mérito para lograr ésto: ser desastrosa en todo sentido.

Ésta no es la primera vez que Hollywood hace algo parecido y al parecer con éxito (las primeras críticas ya ponen a The Disaster Artist por las nubes). La referencia más importante e inmediata probablemente sea Ed Wood (1994), la película de Tim Burton que repasa parte de la vida del llamado “peor director de la historia”, coronando el film con el detrás de escena de su ¿obra maestra? Plan 9 From Outer Space (1959).

Pero, al ver las películas originales convertidas en artefactos de culto grabados en la cultura pop, es difícil no preguntarse. ¿Es ésto producto del consumo sarcástico que está tan de moda en la era de los hipster? ¿O hay algo más?. Incluso hasta podríamos preguntarnos ¿se puede calificar realmente como mala a una película que logra eso?. Usando The Room y el estreno de The Disaster Artist como excusa, este post intentará hacer su humilde contribución a todo el asunto.


¿TAN MALA QUE ES MALA?

The Room fue en un comienzo una obra de teatro escrita por Tommy Wiseau en 2001. Luego de varias vueltas, el hombre decidió usar la fortuna que había acumulado por inversiones en bienes raíces para hacer una película independiente y de esa manera tener el control creativo de su obra. Así comenzó la caótica producción de The Room que Greg Sestero (uno de los actores protagónicos) cuenta en detalle en The Disaster Artist, libro en el que se basó la película de Franco recién estrenada.

El film sigue la historia de Johnny (Wiseau), un “buen tipo” -cosa que los múltiples diálogos enunciativos se encargan de aclarar veinte veces durante la película- que es engañado por su futura esposa Lisa (Juliette Danielle), que sin ningún tipo de remordimiento seduce a su mejor amigo, el “conflictuado” Mark (Sestero). 

The Room tiene fallos en absolutamente todos los niveles. El guión está repleto de sub-tramas que no van a ningún lado, con personajes que no se sabe de dónde salieron o no tienen razón de ser, con diálogos malos, diálogos ridículos, diálogos que no tienen sentido y diálogos que directamente no se entienden. No hay ninguna actuación que sea buena -aunque en mi opinión el hombre del arma que amenaza al personaje de Philip es pasable- y lo de Wiseau en especial, que tiene el rol protagónico, entra con kilómetros de sobra en el terreno de lo ridículo. 


La mala dirección, por supuesto, es producto de su inexperiencia y su falta de inspiración como director. Ésto también afectó el valor de producción de la película, gracias a decisiones cuestionables como grabar e integrar en un croma muy mal hecho una serie de escenas que podrían haberse hecho sin ningún problema en un exterior real.

A todo eso se suma un fallo más, que en mi opinión es casi infantil. La película tiene problemas de montaje. Pero no estamos hablando de cuestiones de ritmo o progresión. Está mal montada porque es claro que hay una serie de escenas que tenían que ir antes que otras. El propio diálogo y la falta de continuidad en dos o tres partes lo hace tan obvio que ni siquiera hace falta estar muy atento a la trama para darse cuenta. 

Todo lo descrito arriba es una receta perfecta para hacer una película mala. Y si somos fríos y clínicos, la película a nivel técnico está mal hecha. Pero cómo sabemos, en el mundo del arte no todo pasa por ahí.

Es indudable que The Room es ridícula, graciosa y fallida. Pero tiene a la vez una cualidad cautivante, que conquista de a poco. Es ese algo que la diferencia de cualquier otra película mala del montón. No es por nada que una crítica la definió alguna vez como la “Citizen Kane de las películas malas”. 

Si bien es casi imposible explicarselo a alguien que no vio la película, si podemos intentar diferenciarlo de otras películas malas/mediocres o incluso de otros ejemplos de “tan mala que es buena”.


¿TAN MALA QUE ES ENTRETENIDA?

En Ted (2012) vemos que los dos protagonistas -tanto oso como hombre- aman Flash Gordon, la película basada en el histórico personaje de comics que produjo Dino DeLaurentiis a comienzos de los 80. Incluso, en mitad de la trama, llevan el chiste más lejos al hacer aparecer en escena Sam Jones -Flash en la película original- haciendo de sí mismo. 

Igual que en éstos personajes - que suelen hacer el comentario recurrente de que la película “es tan mala que es buena”- en nuestra generación hay una gran carga de consumo sarcástico. Ésto no es nada nuevo, pero gracias a internet ahora el acceso a todo tipo de películas es mucho más fácil de lo que era hace 20 o 30 años atrás. Encontrar joyas ridículas conocidas, como Barbarella, o no tan conocidas, como The Giant Claw, está al alcance de cualquiera.  


El gusto por ellas va muy asociado a su calidad: actores de segunda, efectos truchos, tramas entre disparatadas y ridículas. De allí la galería de producciones que nos regala todo el sub-género Kaiju y su occidentalización, el cine de ciencia ficción y terror clase B de los 50s-60s, su revival de los 80s o su última encarnación en las películas originales del canal Syfy, con el hit Sharknado a la cabeza.  

Nos reímos de las tramas burdas y disparatadas, los efectos mal logrados y los actores de cuarta categoría. Incluso a veces no nos reímos “de” la película sino “con” la película, ya que algunas tienen cierto grado de autoconsciencia. Es un contrato tácito que se genera: desde el momento en que vemos a los tipos ir a luchar contra unas hormigas gigantes, nos predisponemos a no tomarnos la cosa muy en serio. 

Pero, si bien no pasa siempre, algunas de estas películas tienen algo que las hace únicas e incluso superiores a muchas películas “buenas”. Es su capacidad para ir creciendo exponencialmente a medida que avanzan, para mantenernos atentos, aunque sea solo para ver qué cosa ridícula va a pasar a continuación. Es lo que hizo tan especial a lo largo de la historia a Plan 9 From Outer Space, el motivo por el que MacFarlane eligió a Flash Gordon y la razón por la que hasta hoy se sigue hablando de The Room.

Ver éstas películas genera algo más que simplemente reírse y decir “ah, mira que malo eso”. Son película capaces de ir envolviendolo a uno hasta terminar enamorando. Cuando la cuarta carcajada ya es sincera, quiere decir que el sarcasmo dejó de existir. Estamos ante algo genuinamente entretenido.  


¿TAN MALA QUE ES INOLVIDABLE?

Ed Wood y su Plan 9 From Outer Space suele ser señalada muchas veces como la peor película de la historia. En la biopic que hizo Burton a mitad de los noventas hay una parte durante el rodaje de Plan 9… en la que dos inversores critican al director, señalando que hay muchos efectos mal hechos y errores que hasta ellos, sin saber nada de cine, podían ver a simple vista. El director interpretado por Johnny Deep, contesta que lo importante es contar una historia buena, diferente y realmente creativa, lo demás es accesorio. 

Aquí hay un punto a tener en cuenta. Dejando de lado el tema de la subjetividad, que haría la cosa mucho más difícil, las películas definidas de forma unánime como malas abundan. Y las mediocres ni hablar. Las hay de todos los géneros, países y presupuestos. El principal problema de estas películas -especialmente las mainstream- es que son olvidables, no en el sentido de que preferirías olvidarlas, sino en el sentido de que en seis meses ya nadie se acuerda de ellas. Analizar por qué pasa eso sería tema para otro post, lo que es importante decir acá es que muchas de ellas son películas bien hechas a nivel técnico. Pero, con los recursos y conocimientos de los que se disponen hoy en día, más democráticos que medio siglo atrás, eso es cada vez menos meritorio. 

Las películas de Michael Bay son correctas a nivel técnico. Ahora ¿están buenas? 

El caso de The Room, en éste panorama, es muy particular. Como ya dijimos al principio podrá estar mal escrita, mal dirigida, mal actuada y mal filmada. Pero tiene una cualidad por la que cientos de las películas que salen cada año matarían: es memorable. La capacidad- o incapacidad- de Wiseau para escribir diálogos y actuar convierten muchos momentos de la película en algo excepcional. Si no me crees, googlea ahora mismo “You are tearing me apart Lisa”. Probablemente encuentres una cantidad resultados y memes similar a la que encontrarías si buscarás el “Estelaaaa” de Brando en A Streetcar Named Desire, el “Say hello to my little friend” de Pacino en Scarface o el “I think this is a beginning of a beautiful friendship” de Bogart en Casablanca. Y si ya viste The Room, seguramente ni necesitaste ir a google. ¿Y sabés por qué pasa eso? Porque todas las frases tienen algo en común: la forma y el momento en que fueron dichas las hace inolvidables. 

En 2012, hace ya casi seis años, Ben Affleck sorprendió a muchos al dirigir y actuar de forma bastante pasable -todo un mérito para él- en la entretenida Argo. Pocos meses después ganó el Oscar a mejor película, es decir que estamos frente a una película "objetivamente buena". Ahora ¿te acordás de alguna frase en especial? Eso pensé.         


¿TAN MALA QUE ES IRREPETIBLE?

El gran engaño de la mayoría de los argumentos de éste post se basa en una pregunta que podríamos hacernos con todos los productos culturales: ¿Es algo realmente malo si nos entretiene o gusta tanto? Dudo que haya una respuesta.


Muchos podrán observar, con razón, que le estamos dando mucho mérito a algo que fue un accidente. The Room, al igual que muchas otras películas citadas en el post, es un producto muy particular. Una conjunción de errores y fallos que dieron como resultado algo positivo. Ni siquiera el propio Tommy Wiseau, siguiendo la misma receta al pie de la letra, podría replicarlo. 

Pero vale la pena observar, a modo de conclusión, una cosa para nada menor. Varias de éstas películas “malas” logran una conexión con el público que no es sencilla de conseguir y que muchas películas “buenas” desearían tener. Y eso es lo que buscan, después de todo, las grandes películas: conectar con la gente. 

Si fue casual o no, es otra historia.

FIRMA: Alcalde Goldie Wilson
(everybody betray me and I'm fed up with this world!)

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