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Tipos que merecen ser leyenda Vol. 4: Eduardo Mateo, el genio limosnero

8:37 p.m. santi varde 0 Comentarios Categoría : , , , , , ,



Una noche en Montevideo, Eduardo Mateo sube a tocar frente a un teatro lleno. Después de tocar algunas canciones anuncia que se viene un solo de guitarra. Entonces se para, deja la guitarra en la silla y abandona el escenario. La primera reacción del público es una risa generalizada frente al “chiste”, pero a medida que pasan los minutos la risa va dando lugar a la incomodidad. Finalmente, indignados al darse cuenta de que Mateo no piensa volver, los asistentes se van del teatro de a poco. Algunos aseguran que al irse pudieron ver a Mateo en un bar de la esquina, que un poco borracho los saludaba con la mano. 

Para muchos esta es la anécdota que mejor resumen al artista uruguayo, una mezcla de genio divagante, loco y pordiosero que supo ser uno de los músico más influyentes del Río de la Plata.


EL NIÑO BUENO
La vida de Mateo estuvo atravesada por la música. Desde chico integró numerosas murgas, cantando y tocando el redoblante. A los 18 años ya había formado su primera agrupación O Banda de Orfeo, en la que tocaba el cavaquinho –un instrumento similar al ukelele- y arreglaba las voces. La banda era bastante popular y solía tocar constantemente en fiestas y bares.

Yo cada vez que escucho Bossa Nova
Entre fintes de los 50s y comienzos de los 60s en Uruguay desembarcó con todo la Bossa Nova. Mateo se fanatizó con este tipo de música y comenzó a estudiarla en la guitarra, instrumento que cada vez agarraba más, ya que el cavaquinho comenzaba a pasar de moda. Su pasión por la bossa culminó con un viaje a Brasil en 1964, dónde fue guitarrista de acompañamiento en un show bailable que se realizaba en Curitiba.

Al volver a Uruguay, y con O Banda de Orfeo ya disuelta, fue reclutado por su amigo Miguel Mattos para ser parte de Los Malditos, una de las tantas bandas que pretendía imitar a The Beatles, moda que en Uruguay tendría en Los Shakers a una de sus máximas expresiones. La banda, tras pasar por Argentina y frustrar su oportunidad de grabar un disco, cambiaría su nombre a The Knights y después de varios cambios de integrantes más, se volverían El Kinto. El conjunto, con Mateo y Rubén Rada como dupla compositiva, sería la primer banda en mezclar el rock anglosajón con los ritmos latinoamericanos – ganandole por un año y monedas a Santana- y también una de las primeras en querer cantar en castellano.

El Kinto fue bastante popular, aunque nunca fue un fenómeno de masas y por eso no llegaron a dejar ningún registro en estudio. En 1968 se separaron y casi automáticamente adquirieron para muchos el status de mito.

EL GENIO DIVAGANTE
Para fines de la década del 60 Eduardo Mateo empezó a cambiar. Hasta ese momento había sido un joven prolijo, amable y muy profesional a la hora de tocar, pero en esa época comenzó a mostarse más ido, irritable y malhumorado. La razón era probablemente su adicción galopante a las drogas. Para resumirlo en pocas palabras, Mateo se daba con todo lo que tenía a mano, desde pastillas para adelgazar hasta hachís. Consumía drogas sin asco y prácticamente todos los días, lo que lo volvió incoherente y paranoico (llegó a decir que escuchaba voces).

En 1970, por temas de drogas e infidelidades, se separó de su esposa. Ella se fue a New York y él se vino a Buenos Aires, donde a fuerza de tocar se comenzó a hacer conocido en el ambiente porteño. Gracias a ese reconocimiento surgió la oportunidad de grabar su primer disco solista con el sello “De La Plata”. Antes de eso, Mateo había recibido varias ofertas de grabación, pero se había vuelto intransigente con su música: ponía su libertad artística por encima de todo, si iba a tocar o grabar se hacían las cosas como él quería o no se hacían. Del sello argentino aceptaron esto y acordaron un tiempo de grabación de una semana para hacer el disco.

La grabación de Mateo Solo Bien Se Lame fue caótica. Mateo iba al estudio, improvisaba durante horas sin tocar nada concreto, muchas veces grababa canciones para después pedir que las borrasen, porque para él no servían e incluso había días que llegaba al estudio, avisaba que no estaba inspirado y que volvería a grabar al día siguiente. Esos, aunque cueste creerlo, era en los días buenos, los días que iba al estudio. El resto de las veces directamente no aparecía y los miembros de la discográfica tenían que rastrearlo o montar guardia en el hotel para asegurarse de que no saliera disparado para cualquier lado. Esto siguió durante un par de meses, hasta que un día Mateo tiró la gran “voy a comprar cigarrillos y vuelvo” y se fue de nuevo a Uruguay, dejando a la discográfica plantada.

Afortunadamente Carlos Piriz, el productor del disco, le había dejado de hacer caso a Mateo la segunda vez que le dijo “Esto no sirve, borralo”. Con el material registrado comenzaron a ensamblar el disco, reuniendo partes, cortando y pegando pedazos, eligiendo que material servía y que material no. Armó la lista de canciones e incluso eligió el título del disco. Una vez que estuvo listo para salir se lo mostraron al artista para que les diera su visto bueno y en 1972 vio la luz Mateo Solo Bien Se Lame. Para muchos el disco fue una especie de borrador, un boceto de lo que podría haber sido. Para otros representa la actitud anti-establishment de Mateo, que sacaba un disco acústico en pleno auge de las bandas eléctricas en todo el mundo. Hoy, viéndole retroactivamente, es imposible no sentir que el disco fue algo que adelantó mucho a su época. Basta escuchar los primeros 10 segundos de Yulele – tema que abre el disco- para darse cuenta que artistas folk actuales como José Gonzalez o Devendra Banhart tienen tanta influencia de Mateo como de Nick Drake o Tim Buckley.
José Gonzalez, alías el artista sueco que grabó medio disco
con canciones que tenían la misma base que "Yulele"
El disco tuvo bastante éxito tanto en Uruguay como en Argentina y ayudó a instalar más la idea del Mateo como un genio divagante. Sin embargo su popularidad se vería mermada por una decisión particular. En 1973 Uruguay sufrió un golpe militar y Mateo – siempre a contramano- decidió mantenerse al margen, tomando una actitud apolítica a pesar de ser víctima de varios hostigamientos por parte de la dictadura. Así, mientras otros artistas se volvían populares a nivel nacional por ser contestatarios y enfrentar al gobierno de facto, Mateo fue desplazado del lugar central, muchas veces siendo excluido deliberadamente por su no compromiso político.

Parte de esta mentalidad venía por haber descubierto las ideas del Guru Maharaji y la filosofía hinduistas. Esto lo llevó a la meditación y a dejar las drogas y el alcohol por un tiempo, lo que probablemente le brindó más años de vida de lo que uno habría esperado por cómo había sido su vida hasta ese momento. Además logró cierta estabilidad en su siempre precaria economía, gracias a que comenzó a tocar profesionalmente todas las noches en un restaurante.

Por esa época había comenzado también una serie de ensayos con el percusionista Jorge Trasante. Esta sociedad culminaría con el disco Mateo y Trasante, públicado en 1976. A diferencia de su primer disco, este fue grabado de forma prolija, ordenada y profesional, aunque también se dio un poco de espacio a la experimentación. Pero a diferencia de su antecesor la repercusión no fue buena, especialmente en ambiente musical uruguayo, donde muchos señalaron que el disco era de un nivel bajísimo.
Al año siguiente Mateo se peleó con el dueño del restaurante que lo empleaba porque éste no dejó ingresar a sus amigos para que lo viesen tocar. Como resultado de eso fue despedido y su precaria situación económica colapso.

EL PORDIOSERO
Para fines de los 70s Mateo se había vuelto un pordiosero. Para poder mantenerse había vendido casi todas sus cosas. Vagaba  de pensión en pensión y solía aparecer en las casas de sus amigos a la madrugada, buscando algo que comer y un lugar donde dormir. Después de vender sus guitarras tuvo que pedir que le prestasen alguna para poder tocar, esas guitarras también las terminó vendiendo a pesar de que no fuesen suyas.

Pero aún con todo ésto encima Mateo seguía siendo un músico deslumbrante. Por eso en 1981 el sello Sondor le propuso grabar un nuevo disco. Las sesiones comenzaron ese mismo año y encontraron a un Mateo irritable y tenso, que se peleaba constantemente con el resto de los músicos. Al poco tiempo las sesiones fueron suspendidas y Mateo fue ingresado en un hospital psiquiátrico. Aunque estuvo internado poco tiempo, la internación fue como tocar fondo y el músico pasaría casi un año recluido en la chacra de un amigo, lejos del mundo de la música.

Mateo andaba en pijama por Montevideo, mucho

antes que los caretas de Bersuit.
En 1982, otra vez en números rojos después de gastar el dinero que había cobrado por derechos de autor, realizó un ciclo de recitales en el Teatro de la Candela, más en busca de ingresos que otra cosa. De allí pasó directamente a pedir limosna. Cuentan que era común verlo vagar por las calles de Montevideo pijama, parando a la gente que parecía reconocerlo para pedirle que le paguen los derechos de autor por sus canciones que habían escuchado alguna vez o para venderles entradas para futuros recitales que nunca realizaría. En esa época también conoció a León Gieco, que había grabado su canción Principe Azul en De Ushuaia a la Quiaca. Después de saludarlo le pidió dos entradas para su concierto y León se las consiguió. Esa noche Mateo fue a la puerta del teatro, vendió las entradas a mitad de precio y uso el dinero para comprarse una comida caliente en un bar cercano.

Una vez más, algo lo salvó de una muerte que habría podido ser mucho más prematura. En esta ocasión fue su segunda esposa Renée Mieres. Con ella el músico recupero cierta estabilidad mental y financiera. En 1983 logró retomar la grabación de su segundo disco y en 1984 vio la luz Cuerpo y Alma, con excelente repercusión en el ambiente musical, aunque con un bajo nivel de ventas. El disco había sido compuesto cuando Mateo estaba inmerso en las ideas hinduistas, por eso canciones como Cuerpo y Alma o El Son Oro Scope suenan casi como mantras, en las que Mateo encadena palabras de sonoridad similar, cantadas de forma abierta y casi incomprensible, pero con un efecto hipnótico y relajante. Curiosamente, para la fecha en la que salió el disco el músico ya había abandonado casi del todo el interés en esa filosofía.

EL ALQUIMISTA
Para mediados de los 80s su mentalidad cambió. Empezó a creer en La ley de Atracción y desarrolló un profundo miedo a la muerte. Esto lo llevó a sacar esa palabra de varias de sus canciones y a dejar de lado temas como la soledad o la tristeza a la hora de escribir canciones.

También se empezó a interesar por la química: fabricaba perfumes y hablaba mucho de un plan para extraer mercurio del aire y volverse rico vendiendo termómetros. Sus amigos decían que parecía una especie de alquimista loco.

Con esas ideas en la cabeza comenzó a trabajar en lo que sería el último proyecto de su vida: La Máquina del Tiempo. La primera vez apareció como un ciclo de conciertos que inicio en 1984 y se extendió durante el año siguiente. El espectáculo mutaba constantemente y tuvo versiones con banda y con Mateo tocando solo, siempre canciones nuevas que conformarían un futuro disco. Muchos de estos shows tuvieron que suspenderse debido a la mala relación que Mateo, malhumorado y peleador, tenía con los músicos. Para muchos fue una época similar a la Say No More que tuvo Charly durante fines de los 90s y principios del 2000.
Uno de esos paralelismo pelotudos que aparecen
cuando investigas a un personaje.

La Máquina del Tiempo fue registrada en estudio en el año 1987, ya que durante el 86 estuvo ocupado grabando colaboraciones con otros grandes artistas uruguayos como Fernando Cabrera y Rubén Rada. El disco, que llevó el título completo de La Máquina del Tiempo presenta a: Mateo/Mal tiempo sobre Alchemia (1er viaje), salio en diciembre de 1987. Fue el álbum de menor repercusión que tuvo el músico y al momento de su muerte llevaba vendidas menos de 200 unidades.

En 1989, siempre hasta el cuello con las finanzas, se puso a grabar el segundo disco del proyecto, titulado La Máquina del Tiempo/La Mosca. En 1990 el disco salió a mercado y tuvo mejor repercusión que su antecesor, aunque la realidad es que no le fue mucho mejor. Mateo, por su lado, se mostró muy contento con el resultado final, cosa que no pasaba muy a menudo. Ese sería el último disco que grabaría.

LA LEYENDA
A comienzos de 1990 Mateo fue internado víctima de un cáncer abdominal terminal. Él sabía desde hacía tiempo de su enfermedad, pero lo había mantenido en secreto. Los que lo fueron a visitar en sus días comentaba que sobrellevó la situación con humor -del más negro que hay- haciendo cosas como mostrarle su estómago hinchado por el cáncer a las visitas y diciéndoles “mirá, soy víctima de la inflación”.

Mateo en sus últimos años, un loco lindo. 
En esta fecha se cumplen 25 años de su muerte. 
El 16 de Mayo de 1990, hace 25 años, Eduardo Mateo moría internado en Montevideo. Es común que después de su muerte muchos artistas tengan un reconocimiento retroactivo. Lo curioso fue que en el caso de Mateo se dio de forma instantánea: su muerte fue un fenómeno nacional similar a lo que había sido la muerte de Alfredo Zitarrosa – probablemente el músico más importante de la historia de Uruguay – un año antes.

Para el resto de mundo Mateo sigue siendo hasta hoy uno de los secretos de la música oriental, un eterno referente para los grandes músicos de esas tierras, como Jaime Ross y Jorge Drexler. Una de esas leyendas que se cuentan de boca en boca y que todos queremos creer.  

FIRMA: Alcalde Goldie Wilson

                                                                                                                                                         (voy a limpiar esta ciudad!)

















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